DIARIO DE UN CURA
BENDITOS MAESTROS
Si yo no hubiera sido cura,
probablemente habría elegido ser el cartero del pueblo. O a lo mejor,
carpintero. No, periodista. O no: maestro. El viernes estuve en el colegio
Beñesmén. Los profesores siempre me invitan
a visitarles, lo cual agradezco mucho, aunque sólo voy unas cuantas
veces en el curso. El viernes estaban todos los niños en el patio porque
acogían la Antorcha de la Concordia y el juego limpio. Niños y niñas portaban
banderas y realizaron diferentes actividades lúdicas y deportivas. Un
espectáculo precioso. En silencio se escucharon
palabras hermosas que varios niños recitaron: “Tarjeta roja al enfado,/ a la ira, a la violencia /al mal humor, a la
furia,/ también a la impertinencia./
Tarjeta roja a la ofensa/ al enojo y al mal gusto, /al que pone
zancadillas, al que siempre está disgusto”.
Mientras gozaba del espectáculo,
intenté observar, además, a cada uno de los profesores que allí estaban. Me
admiró verlos disfrutando de lo que hacían los alumnos, sonrientes, con total
tranquilidad. Y eso que tenían delante a unos quinientos niños y niñas, a un
grupo de familiares y las cámaras de
televisión. Me resultó curioso. No vi nervios
ni enfados sino todo lo contrario. La chiquillería podía disfrutar y disfrutaba.
Mucha armonía. Un pequeñajo abandona su lugar
para preguntar algo a la
profesora y recibe una sonrisa de
respuesta. Una niña pregunta al maestro si puede ir al baño. Ninguna mala
respuesta, ningún mal gesto. Me acordé de la canción que estos días cantan los
niños en la misa: “En la Pascua del
Señor, no hay caras largas”. En este colegio tampoco las hay.
Y yo me vine feliz a la Parroquia
por encontrar tan buenos maestros como
estos a los que he estado observando a distancia. Seguro que muchos niños
soñarán con ser profesores como ellos. Seguro que todos estarán aprendiendo,
además de las materias obligatorias de cada curso, lo que cada profe les está transmitiendo con su
ejemplo. Y recordé que, cuando yo era
niño, quería ser carpintero como mi tío Máximo, o cartero para repartir
alegrías por las casas. O periodista,
porque me gustaban las aventuras. O maestro como D. José. O cura. Este
día se me ha despertado otra vez la vocación de maestro. Como los del colegio
que visité.
Bendita vocación. Benditos maestros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por participar.