miércoles, 13 de diciembre de 2017

DIARIO DE UN CURA

p

ADAY JESÚS

 

Aday Jesús  es un chico de Espinales, en el Cruce de Arinaga,  que, con 20 años, nos dijo adiós hace unos días. Una de las cosas que, como cura, más me cuestan  es  celebrar un funeral. Intento ponerme en la piel de la familia que despide a un ser querido. Es una gran responsabilidad decir unas palabras cristianas en un momento en donde todo el mundo está super sensible.    Pero cuando se trata de la muerte de un joven, todo   me resulta mucho más difícil. Sufro.  


Aday era un chico alegre, entusiasta y trabajador. Lo había visto muchas veces ayudando a sus padres en el trabajo y siempre con una sonrisa muy especial.  Cuando ingresó en el hospital  hice lo posible por comunicarme con él. Le enviaba whasapps  que él siempre respondía  con mensajes   llenos de optimismo, fuerza  y entusiasmo. Pero Aday era consciente de lo que estaba pasando y de lo que podía pasar. La última vez que lo vi lo encontré muy mejorado, de nuevo ayudando a sus padres en el restaurante. Y de nuevo con la sonrisa más sincera que es posible tener.


 Ayer celebré su funeral. Una iglesia con más jóvenes que nunca. Un silencio lleno de recuerdos y emociones.  Difícil no emocionarse con las palabras que le dedicó espontáneamente Fran, un chiquillo de unos 12 años.  No podía dormir, me dijo, y se levantó muy temprano para escribirle una oración llena de esperanza. Y al final de la misa, allí mismo, en la iglesia,  pudimos ver y escuchar en un video  las palabras de Aday dando las gracias  y cantando a su madre y a todos. Les quiero, nos dijo.


¿Cómo pensar que Aday ya no existe? ¿Cómo pensar que no hay vida después de la vida?


Recordé una narración de William Blake.

 “Estoy parado en la playa.  Un velero pasa, en la brisa de la mañana y parte hacia el océano.  Es la belleza, es la vida Lo miro hasta que desaparece en el horizonte Alguien a mi lado dice ” Se fue” Se fue. ¿A dónde? Partió de mi mirada, es todo Su mástil está todavía bien alto, Su proa tiene todavía toda su fuerza. Su desaparición total de mi vista, está en mí, No en él, Y justo en el momento que alguien, al lado mío dice “Se fue”,  hay otros que lo ven llegar desde el horizonte, hacia ellos.  Y con alegría dicen. “Ahí llega ” Eso es la muerte, hay vivos en las dos costas”.


Aday ha pasado de sonreír en esta costa a la otra Costa. Donde están los amigos que sonríen a Dios porque sonríen a la gente.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por participar.