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ADAY JESÚS
Aday Jesús es un chico de Espinales, en el Cruce de
Arinaga, que, con 20 años, nos dijo
adiós hace unos días. Una de las cosas que, como cura, más me cuestan es
celebrar un funeral. Intento ponerme en la piel de la familia que despide
a un ser querido. Es una gran responsabilidad decir unas palabras cristianas en
un momento en donde todo el mundo está super sensible. Pero cuando se trata de la muerte de un
joven, todo me resulta mucho más
difícil. Sufro.
Aday era un chico alegre, entusiasta y
trabajador. Lo había visto muchas veces ayudando a sus padres en el trabajo y
siempre con una sonrisa muy especial.
Cuando ingresó en el hospital
hice lo posible por comunicarme con él. Le enviaba whasapps que él siempre respondía con mensajes
llenos de optimismo, fuerza y
entusiasmo. Pero Aday era consciente de lo que estaba pasando y de lo que podía
pasar. La última vez que lo vi lo encontré muy mejorado, de nuevo ayudando a
sus padres en el restaurante. Y de nuevo con la sonrisa más sincera que es
posible tener.
Ayer
celebré su funeral. Una iglesia con más jóvenes que nunca. Un silencio lleno de
recuerdos y emociones. Difícil no
emocionarse con las palabras que le dedicó espontáneamente Fran, un chiquillo
de unos 12 años. No podía dormir, me
dijo, y se levantó muy temprano para escribirle una oración llena de esperanza.
Y al final de la misa, allí mismo, en la iglesia, pudimos ver y escuchar en un video las palabras de Aday dando las gracias y cantando a su madre y a todos. Les quiero, nos dijo.
¿Cómo pensar que Aday ya no existe? ¿Cómo
pensar que no hay vida después de la vida?
Recordé una narración de William Blake.
“Estoy parado en la playa. Un velero pasa, en la brisa de la mañana y
parte hacia el océano. Es la belleza, es
la vida Lo miro hasta que desaparece en el horizonte Alguien a mi lado dice ”
Se fue” Se fue. ¿A dónde? Partió de mi mirada, es todo Su mástil está todavía
bien alto, Su proa tiene todavía toda su fuerza. Su desaparición total de mi
vista, está en mí, No en él, Y justo en el momento que alguien, al lado mío
dice “Se fue”, hay otros que lo ven
llegar desde el horizonte, hacia ellos.
Y con alegría dicen. “Ahí llega ” Eso es la muerte, hay vivos en las dos
costas”.
Aday
ha pasado de sonreír en esta costa a la otra Costa. Donde están los amigos que
sonríen a Dios porque sonríen a la gente.
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