miércoles, 8 de noviembre de 2017

DIARIO DE UN CURA


LIBERTAD

Este fin de semana pasado me tomé  dos días libres   y navegué un poco lejos. Cuando se puede, es bueno aparcar ocupaciones y estar con quien quieres y donde quieres. Para eso hay que  tener la suerte, por ejemplo, de tener una sobrina en Cracovia.  Eso me  dio la oportunidad de compartir bastantes horas de diálogos, de paseos y de risas con los jóvenes amigos de la resobrina…


         Una noche, cansados de mucho caminar, con toda la intención del mundo, provoqué un diálogo sobre temas que sabía que iban a interesar: las amistades, la familia, los secretos de cada uno, la libertad…


¡La libertad! Con 18 o 20 años, comentaban, es una conquista difícil pero que vale la pena. Los padres tienen que tener mucha confianza en ti para dejarte marchar a un  país lejano con gente que  ni ellos conocen ni tú tampoco. Pero saben que no les vas a fallar. Confían en ti.  Y esa confianza se logra con muchos esfuerzos, intentando ser responsable de lo que haces y lo que dices durante todos los años anteriores.


         Disfruté con aquellos diálogos de jóvenes libres en un país, Polonia, que tantos sufrimientos ha tenido.  Precisamente,  por la falta de libertad.


Sara, Omaira, Pili, Edi, Álvaro, y otros chicos y chicas  estaban allí  estrenando el preciado don de la  libertad y orgullosos de su conquista hecha  con respeto, con diálogo y con mesura, cosa no siempre fácil. 

Me gustan los pueblos libres y las personas libres que, con su conducta, mantienen limpio ese hermoso nombre: Libertad. ¿Te acuerdas, Sara cuando, en la Plaza Mayor, por la noche,  cantábamos, “Y a su barco le llamó Libertad”?

Estás en el barco adecuado mientras haces el Erasmus. ¡Feliz  travesía!        

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