LIBERTAD
Este fin de semana pasado me
tomé dos días libres y navegué un poco lejos. Cuando se puede, es
bueno aparcar ocupaciones y estar con quien quieres y donde quieres. Para eso hay
que tener la suerte, por ejemplo, de
tener una sobrina en Cracovia. Eso
me dio la oportunidad de compartir
bastantes horas de diálogos, de paseos y de risas con los jóvenes amigos de la
resobrina…
Una
noche, cansados de mucho caminar, con toda la intención del mundo, provoqué un
diálogo sobre temas que sabía que iban a interesar: las amistades, la familia,
los secretos de cada uno, la libertad…
¡La libertad! Con 18 o 20 años,
comentaban, es una conquista difícil pero que vale la pena. Los padres tienen
que tener mucha confianza en ti para dejarte marchar a un país lejano con gente que ni ellos conocen ni tú tampoco. Pero saben
que no les vas a fallar. Confían en ti.
Y esa confianza se logra con muchos esfuerzos, intentando ser
responsable de lo que haces y lo que dices durante todos los años anteriores.
Disfruté
con aquellos diálogos de jóvenes libres en un país, Polonia, que tantos
sufrimientos ha tenido.
Precisamente, por la falta de
libertad.
Sara, Omaira, Pili, Edi, Álvaro, y otros chicos y chicas estaban allí
estrenando el preciado don de la
libertad y orgullosos de su conquista hecha con respeto, con diálogo y con mesura, cosa
no siempre fácil.
Me gustan los pueblos libres y las personas libres que, con su
conducta, mantienen limpio ese hermoso nombre: Libertad. ¿Te acuerdas, Sara
cuando, en la Plaza Mayor, por la noche,
cantábamos, “Y a su barco le llamó Libertad”?
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