¡QUÉ GRANDE LAS MUJERES
EN LA IGLESIA!
EN LA IGLESIA!
Bueno, pues si la semana pasada era el tema
del vino, (de la viña), resulta que ahora le toca el tema a las bodas. ¡Si es
que por ejemplo que no quede!. Dios se vale de todo lo habido y por haber para
que después no podamos echarle en cara que no hemos oído o escuchado su
invitación.
Este fin de semana nos vuelve a
invitar. Nos invita a una boda. Nos invita a una fiesta, puesto que la boda es
eso, fiesta. Y es que dentro de las invitaciones que podamos recibir a lo largo
de nuestra vida y en contra de lo que pueda parecer, el Reino de Dios, su
presencia en medio de nosotros, es una fiesta, es un motivo de alegría. A veces
pensamos que la invitación que Dios en Jesús nos hace, es un tostón, siempre es
lo mismo, no cambiamos el chip.... y es todo lo contrario: fiesta, alegría,
vino como simbología de la fiesta, etc....
Pero claro. Dios invita, pero no
obliga. Por ello el relato nos cuenta que va invitando a un grupo de personas y
que cada una le va dando una disculpa, cada cual más peregrina: voy, pero
tardaré un poco; ahora no es el momento; me pillas en mala ocasión.... en
definitiva que los que en teoría tienen que ir, son los primeros en decirle que
no. Eso me recuerda a muchos de nosotros cuando nos invitan a ciertos
acontecimientos parroquiales, probablemente nuestras disculpas serán de las más
variadas.
Este fin de semana, recordamos también
a Teresa de Jesús. Una gran mujer, para un gran tiempo y para nuestro tiempo.
Una mujer que en su momento fue capaz de remar contra corriente y mantener el
tipo. Admiro a Teresa como mujer con coraje en una iglesia dominada por la
parte masculina. Teresa fue la mujer que escuchó la invitación a la boda. Una
mujer que a pesar de todas las dificultades que encontró en la vida, no puso
disculpas.
Teresa, la de Jesús, escuchó y atendió
a la invitación a la boda. Atendió y escuchó sin poner la disculpa que hace y
dice sí pero no. Teresa no dudó en asistir con el debido respeto. ¡que grande
es Teresa en la vida de las personas de su época y de las personas en la
actualidad!.
Me gustaría acordarme de tantas y
tantas mujeres que como Teresa, en la
actualidad buscan su puesto dentro de la Iglesia. Muchas ya lo tienen y lo
ejercen, y se les reconoce y valora; otras quieren y no pueden por infinidad de
razones, pero entiendo que todas tienen que tener el puesto que tienen que
ocupar.
Falta solo un detalle en la invitación
a la boda: el traje. No se puede tener cualquier tipo de vestimenta para ir a
tal acontecimiento. No todo vale en nuestra Iglesia. No todo vale en el mensaje
de Jesús de Nazaret y por eso él lo tiene claro: ¡arrójenlos fuera y vayan a
los caminos porque no se puede quedar la boda sin invitados. Me gustaría que
analizáramos como vivimos nuestro mensaje evangélico; me gustaría que
analizáramos como nos comportamos en nuestras celebraciones y sobre todo cómo
damos testimonio de aquello que decimos que creemos y además lo tenemos como
importante en nuestra vida.
Teresa de Jesús, es una mujer aguerrida
y valiente. Teresa de Jesús, desde el silencio conventual es capaz de cautivar,
motivar y estimular una conversación desde el interior, desde la verdad del
corazón. Miremos de frente a Teresa y veamos en ella el ejemplo a seguir para
poder acudir a la boda del banquete.
Hasta la próxima
Paco Mira
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