viernes, 22 de septiembre de 2017

¿DE VERDAD CREEMOS EN LA JUSTICIA?

Escribe Paco Mira:

¿DE VERDAD CREEMOS
EN LA JUSTICIA?


            Quiero compartir con uds., este fin de semana, un sentimiento un poco contradictorio. A simple vista el evangelio de este fin de semana (Mateo 20, 1) es totalmente injusto y no me gustaría tachar al propio Jesús de Nazaret de un hombre que no practica la justicia, cuando él siempre ha cumplido la ley y entregó su vida en el bien de la justicia. Pero al mismo tiempo este fin de semana es nuestra Señora de la Merced, patrona de los privados de libertad también por medio de la justicia. Uff, ¡qué complicado se me pone el tema!

         Si vamos a la Real Academia de la lengua y buscamos la palabra justicia, viene a decir que es dar a cada uno lo que le corresponde, por ello la parábola de este fin de semana es totalmente injusta y si no fuera porque es palabra de Dios, probablemente arrancaríamos la hoja de la propia Biblia, puesto que no es de justicia que se le pague igual al que trabaja una hora que al que ha estado trabajando de sol a sol y pasando fatigas, calor, sed, etc... Probablemente si  fuésemos nosotros los que entrando a trabajar a las ocho de la mañana cobrásemos igual que el que entró a las cuatro de la tarde, los abogados de los sindicatos tendrían trabajo.

         Pero quiero entender que el sentido de justicia, el de Jesús, va más allá del sentido que nosotros tenemos. Para él es dar a cada uno lo que necesita para vivir con dignidad. La justicia del reino, entendida desde la generosidad de Dios, es cauce de liberación y promoción de vida digna. Optar por la justicia del Reino, es optar por un modelo de relación entre las personas, donde el interés de las personas cede al bien común; donde el afán de lucro cede ante condiciones de vida más humanas para todos y donde una economía sin corazón ha dejado tirados en las orillas de los caminos, a millones de personas en un mundo que decimos que cada vez está más globalizado. Optar por la justicia de Dios es dejar entrar en nuestros corazones a los más débiles, a los pobres.

         Y probablemente un colectivo de débiles, por su situación personal, social, incluso cultural, económica son los privados de libertad. Aquellos que llamamos reclusos, presos... y a los que normalmente etiquetamos con frases como se lo merecen, ojala se pudran,  etc... y no entendemos que hasta hace cuatro días compartían con nosotros espacios y lugares. Una equivocación la tiene cualquiera pero siempre en la vida hay que dar una segunda oportunidad, una tercera, una cuarta.....

         El evangelio del fin de semana preguntaba Cuántas veces tengo que perdonar?. Y la respuesta de Jesús fue clara: siete veces no, setenta veces siete, es decir siempre. Estos días se habló mucho de Pastora Mira García. Alguno me preguntó si era mi hermana. No lo es. Pero sí me gustaría verme reflejado en ella en la capacidad de perdón y de dar segundas oportunidades como lo hizo con la guerrilla colombiana: le mataron a un hijo, le mataron al marido... y siempre ha dicho que estaban equivocados y que probablemente si lo hubieran pensado mejor no lo hubieran hecho.

         Alguien ha dicho que la cárcel es el estercolero de la sociedad. Los que en ella habitan son seres humanos. Hoy están unos, pero mañana podemos estar nosotros. Dios no quiere que los hermanos se peleen. Probablemente los que están dentro de una prisión es porque han hecho algo malo. Probablemente lo que hicieron fue grave o muy grave, pero eso no nos da el derecho de crucificarlos antes de que sean juzgados. La historia es un juez implacable que nos pone a todos en el lugar que nos corresponde.

         La justicia de Dios, el reino de paz y justicia del que habla Jesús, pasa por dar prioridad a los débiles, a los pobres, a los desamparados, a los que no tienen a nadie que les de un beso en un momento determinado y.... entre estos están los privados de libertad.

         Vaya desde estas letras mi reconocimiento a los que trabajan en favor de otros. A los que trabajan en la Pastoral Penitenciaria, a los voluntarios que cada semana van a prisión con la única misión, a veces, de escuchar porque no hay nadie que los escuche.

         Hasta la próxima.     

         Paco Mira

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