viernes, 21 de julio de 2017

MATAMOROS Y LA CIZAÑA


Escribe Paco Mira
MATAMOROS
Y LA CIZAÑA
           
        No me voy a meter en camisas de no sé cuantas varas, ni en juzgar ciertos programas televisivos aunque creo que todos tendríamos motivos para ello y sobre todo por el apellido y el nombre con el que titulo mi reflexión de esta semana. Seguro que a todos nos viene a la mente algún personaje que aparece en la televisión, que incluso tiene que ver con la cizaña. Pero no quiero ir por ese camino, aunque a veces es inevitable.

        Mi abuela, que era muy sabia, de esas sabidurías que los palos de vida van curtiendo a las personas, que la vida te va examinando y sin avisarte previamente, siempre me dijo "Paco, no hay que juzgar a las personas por las apariencias". Y probablemente en la mayoría de los casos tenía razón, aunque también he de decir que a veces la apariencia no deja de ser un termómetro que nos indica la calidad de la gente que nos rodea.

 Y creo que lo de las apariencias tiene que ver con nuestro amigo Santiago cuya onomástica celebramos la semana que entra. No sé cómo ni de que manera se le ha puesto el apelativo de matamoros, puesto que probablemente no haya matado ninguno y es más: el acabó peor que muchos que no lo son. Probablemente todo entra en un mundo dominado por espíritu que desgraciadamente se me antoja que es de desprestigio, aunque este calificativo tenga muchos años.

        El evangelio de este fin de semana nos habla de la cizaña. Y ¿saben?: yo creo que la cizaña no es mala en ciertos momentos: la cizaña nos hace apreciar lo bueno que tenemos que saber valorar y preservar de aquello que no lo es. La cizaña nos hace ver lo que tenemos que conservar sobre aquello que no sirve, por eso el evangelio dirá: déjenlos crecer juntos hasta la siega.

        Algo parecido tiene que pasar con Santiago, nuestro Apóstol. Los santos, los mártires, no son imágenes de escayola, de madera - que también - que colocamos en las peanas de nuestras iglesias, que a veces encendemos una velita, o colocamos un ramito de flores, a los que dedicamos, de vez en cuando, una oración.....

        Los santos, los mártires - lo dije ya en alguna ocasión - son esas personas con las que nos encontramos todos los días en la calle, en casa, en el trabajo.... que su vida es ejemplo a imitar y a seguir: Su vida probablemente no aparezca en la lista de los mártires de una forma oficial y quizás no tenga un día en el calendario al que podamos acudir con cierta frecuencia. Los santos anónimos quizás sean más que los reconocidos oficialmente, pero tienen el mismo valor que los demás.

        Santiago ha logrado hacer un camino. Muchos lo siguen: por devoción, por deporte, por promesa, por fe, por curiosidad... pero cualquiera que sea la motivación el camino siempre tiene un final: Santiago, el apóstol, el ejemplo, el testigo, el que, sin saber por qué, deja huella y dice, en el silencio del camino, siempre algo que al que lo hace le interroga y le interpela.

        Santiago, también nos dice que en la vida, en su camino hay cizaña. Muchos tenemos que convivir con ella. La vida, dentro de la crudeza con la que a veces nos despierta, es bella y en ella conviven los santiagos de la vida y la cizaña que crece junto con ellos. El evangelio, las buenas noticias, el ejemplo de los santos.... son los que nos tienen que hacer ver que rastrojos tenemos que quitar y quemar y ver cuales son aquellos que no nos estorban.

        Ya ven que mi reflexión no iba por la televisión, aunque en ella también podemos encontrar mucha cizaña y mucha buena noticia. No nos dejemos embaucar por aquello que es efímero. Probablemente no , seguro, la cizaña no necesita mucho cuidado para crecer, para desarrollarse, no necesita mucho abono para ello. Quizás lo bueno, las buenas cosechas necesitan mucha más atención y vivimos en un mundo en el que no estamos para cuidados.

        Felicidades a todos los que tienen por nombre  Santiago; a los que Santiago protege como patrón y que sigamos el ejemplo que él nos marca.

       Hasta la próxima y feliz verano.

        Paco Mira


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