viernes, 23 de junio de 2017

OJO CON LA POLILLA

Escribe Paco Mira:
OJO CON LA POLILLA.
NOS CARCOME SIN MIEDO
           
            Les recuerdo algo que ya saben: ¡ estamos en verano!. . El verano es ese tiempo que muchos desean, quieren, aprovechan…. Es el tiempo del calor, aunque algunos estén – perdón por la expresión – calientes de antemano; es el tiempo de las vacaciones, ese tiempo en el que muchos deciden o decidimos procurar hacer aquello que a lo largo del año no hacemos, es decir nada.

         Pero también es verdad que es un tiempo que nos sirve para ponernos al día de cosas que habíamos dejado  para este momento: arreglar aquello estropeado, poner al día aquella carpeta de papeles que a lo mejor tenía que haber arreglado hace tiempo y por qué no, arreglarme yo que quizás esté un poco abandonado.

         La polilla es ese animal que detestamos con frecuencia, entre otras cosas porque nos come aquello que con sudor, esfuerzo, quizás sacrificio, nos ha costado tener. Y la polilla no se esconde, al contrario: va dejando su huella por donde quiera que va: su montoncito de serrín la delata. Se va adueñando de aquello que quizás no le corresponda, pero que estropea lo que no le corresponde.

         Estos días veía con desolación el incendio de nuestros hermanos portugueses: más de 60 personas a las que un “golpe de sentido contrario” le ha llevado a encontrarse antes de tiempo con padre Dios. La verdad es que cuando uno mira las imágenes de la desolación, cuanto menos se pregunta por qué; ¿qué hicimos mal?. Probablemente preguntaremos que donde estaba Dios en esos momentos, como si Dios fuese el mago Tamariz que es capaz de controlar la naturaleza para su propio antojo y espectáculo para los demás.

         También me pregunto si nosotros esperamos, a veces, que Dios haga como los magos, un truco en nuestra vida para que desaparezca la polilla. ¡Cuántas cosas se van destruyendo en nuestro interior y en nuestra vida y que no somos capaces de ponerle remedio!. Probablemente el serrín, el odio, el dejar de hablar, el rencor, la envidia…. Nos delata que la polilla está en nosotros.

         El verano es buen momento para resarcir lo estropeado. El verano es buen momento para reparar lo que creemos estropeado; el verano, dentro del descanso, es para quitar los montoncitos que delatan que la polilla ha hecho mella en nosotros.

         A veces el verano nos supone tal descanso, que hasta pensamos que Dios también descansa y por ello no puede atendernos, como si tuviera un despacho que cierra en los momentos estivales. Quizás es el momento para ponernos al día y reparar la carcoma que durante el invierno nos ha ido entrando. Dice el evangelio de este fin de semana (Mateo 10) que al que no confiese a Jesús, él tampoco nos confesará ante el Padre y al revés que al que lo confiese él lo confesará ante el Padre. Muchos toman vacaciones también en el verano, y ojo Dios no descansa ni en vacaciones, aunque va con nosotros y con su toalla a la playa.

         Este mismo evangelio también nos dice “no tengan miedo”. Es verdad, pero se lo dice al refugiado que acabamos de celebrar su día, por desgracia (si no hubiera la necesidad de tener que ser refugiados, probablemente no tendrían su día); se lo dice a la mujer maltratada; nos lo dice a todos y cada uno de nosotros cuando ciertos elementos de corte terrorista pretenden perturbar nuestra paz; se lo dice a los hombres y mujeres que buscan un trabajo para poder sacar a sus hijos adelante; se lo dice a los que la injusticia de la ley le convierte en habitantes de la calle porque les han quitado la casa. No tengamos miedo a decir que Jesús de Nazaret es el gran tipo que todos buscamos y queremos.

         Animo, feliz verano a todos aunque nos sigamos leyendo a través de estas páginas.

     Hasta la próxima.

        Paco Mira


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