Escribe Paco Mira:
OJO CON LA POLILLA.
NOS CARCOME SIN MIEDO
NOS CARCOME SIN MIEDO
Les recuerdo algo que ya saben: ¡ estamos en verano!. . El
verano es ese tiempo que muchos desean, quieren, aprovechan…. Es el tiempo del
calor, aunque algunos estén – perdón por la expresión – calientes de antemano;
es el tiempo de las vacaciones, ese tiempo en el que muchos deciden o decidimos
procurar hacer aquello que a lo largo del año no hacemos, es decir nada.
Pero también es verdad que es un tiempo
que nos sirve para ponernos al día de cosas que habíamos dejado para este momento: arreglar aquello
estropeado, poner al día aquella carpeta de papeles que a lo mejor tenía que
haber arreglado hace tiempo y por qué no, arreglarme yo que quizás esté un poco
abandonado.
La polilla es ese animal que detestamos
con frecuencia, entre otras cosas porque nos come aquello que con sudor,
esfuerzo, quizás sacrificio, nos ha costado tener. Y la polilla no se esconde,
al contrario: va dejando su huella por donde quiera que va: su montoncito de
serrín la delata. Se va adueñando de aquello que quizás no le corresponda, pero
que estropea lo que no le corresponde.
Estos días veía con desolación el
incendio de nuestros hermanos portugueses: más de 60 personas a las que un “golpe
de sentido contrario” le ha llevado a encontrarse antes de tiempo con padre
Dios. La verdad es que cuando uno mira las imágenes de la desolación, cuanto
menos se pregunta por qué; ¿qué hicimos mal?. Probablemente preguntaremos que
donde estaba Dios en esos momentos, como si Dios fuese el mago Tamariz que es
capaz de controlar la naturaleza para su propio antojo y espectáculo para los
demás.
También me pregunto si nosotros
esperamos, a veces, que Dios haga como los magos, un truco en nuestra vida para
que desaparezca la polilla. ¡Cuántas cosas se van destruyendo en nuestro
interior y en nuestra vida y que no somos capaces de ponerle remedio!.
Probablemente el serrín, el odio, el dejar de hablar, el rencor, la envidia….
Nos delata que la polilla está en nosotros.
El verano es buen momento para resarcir
lo estropeado. El verano es buen momento para reparar lo que creemos
estropeado; el verano, dentro del descanso, es para quitar los montoncitos que
delatan que la polilla ha hecho mella en nosotros.
A veces el verano nos supone tal
descanso, que hasta pensamos que Dios también descansa y por ello no puede
atendernos, como si tuviera un despacho que cierra en los momentos estivales.
Quizás es el momento para ponernos al día y reparar la carcoma que durante el
invierno nos ha ido entrando. Dice el evangelio de este fin de semana (Mateo
10) que al que no confiese a Jesús, él tampoco nos confesará ante el Padre y al
revés que al que lo confiese él lo confesará ante el Padre. Muchos toman
vacaciones también en el verano, y ojo Dios no descansa ni en vacaciones, aunque
va con nosotros y con su toalla a la playa.
Este mismo evangelio también nos dice “no
tengan miedo”. Es verdad, pero se lo dice al refugiado que acabamos de
celebrar su día, por desgracia (si no hubiera la necesidad de tener que ser
refugiados, probablemente no tendrían su día); se lo dice a la mujer
maltratada; nos lo dice a todos y cada uno de nosotros cuando ciertos elementos
de corte terrorista pretenden perturbar nuestra paz; se lo dice a los hombres y
mujeres que buscan un trabajo para poder sacar a sus hijos adelante; se lo dice
a los que la injusticia de la ley le convierte en habitantes de la calle porque
les han quitado la casa. No tengamos miedo a decir que Jesús de Nazaret es el
gran tipo que todos buscamos y queremos.
Animo, feliz verano a todos aunque nos
sigamos leyendo a través de estas páginas.
Hasta la próxima.
Paco Mira
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