jueves, 25 de mayo de 2017

ENFERMOS, JÓVENES Y ALEGRES

DIARIO DE UN CURA:

ENFERMOS, JÓVENES Y ALEGRES

Dicen que Dios escribe derecho con renglones torcidos. Sara me sorprendió ayer. Tiene 14 años y, aunque  dice que es tímida y que le cuesta expresar lo que siente, una hora de diálogo con ella dio para mucho. Me contó que, desde muy niña, ha vivido muchos meses en habitaciones de hospital, como su segunda residencia. También ahora, en plena adolescencia,  aquel sigue siendo un lugar que, a su pesar, debe visitar frecuentemente.  Pero Sara, que demuestra una gran madurez, no pierde el humor  ni las ilusiones. Todo un ejemplo. Me dice  que, cuando tenía sólo 8 años,  le publicaron un cuento titulado “El niño raro”. Lo escribió en una habitación del Materno. ¿Y saben qué le gustaría estudiar a Sara? Nada raro: Medicina. Seguro que va a ser una buena profesional de la salud. ¿Pediatra tal vez?

En estos días que, casualmente,  coinciden con la llamada Pascua del Enfermo que organiza la Iglesia, me ha tocado compartir historias de buenos jóvenes a quienes acompaña o ha acompañado la enfermedad. Todos, tocados. Pero ninguno derrotado. Pero en todos he visto una actitud positiva. Por ejemplo Aday, de 20 años, me escribe desde el Hospital:

Muchas gracias por orar por mí. Gracias por esa energía  que todo el mundo me está transmitiendo. Mi estado de ánimo es fabuloso. Todo se consigue porque siempre hay que sonreírle a la vida para seguir adelante.

Qué bien, Aday. Tú sí que  das fuerzas y energías a tu familia y a tus muchos amigos. Sonreímos contigo a la vida para seguir adelante.

A Sergio lo vi hace algo más de un mes. Estaba entonces en su casa a la espera de una operación. Tiene 17 años. Llama la atención por su responsabilidad y porque  es buen estudiante.  Pero su enfermedad le ha obligado a interrumpir estudios. Cuando hablamos,  estaba con  su hermana que ejercía como si fuera profesional de enfermería. Pero ejercía, sobre todo, de buena hermana. Se llevan muy bien y se ayudan mutuamente. Ahora que Sergio está hospitalizado, sé por sus padres,  que progresa y mejora mucho. La mejor medicina está en ese cariño que da y que recibe  constantemente.  Deseamos verte pronto, Sergio. Y le daremos gracias a Dios y a tu hermana y a todos los que te están apoyando. Que a nadie le falte este medicamento.

Y podría seguir. Siguen pasando por mi mente otros nombres. Pienso en Ana Belén que con sus  18 años, compagina  dolor y  risas y optimismo.  O en la pequeña Nira, de 11 años,  que desde su silla de ruedas se comunica con sonrisas.  Dios siempre escribe derecho. Aunque a veces parezca que no. Alguna vez, piensa uno, que  le salió un borrón o una línea torcida. No. Dios no quiere el sufrimiento.  A pesar de los malos momentos lo podemos descubrir en el rostro radiante de Sara, en la sonrisa inmensa de Aday, en la serenidad contagiosa de Sergio, en la alegría espontánea de Ana  o en la ternura e inocencia de Nira. Gracias, Jóvenes amigos.

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