Escribe Paco Mira
UNIDAD EN LA PLURALIDAD
Esta semana que se acaba,
ha sido una semana cargada de noticias, de acontecimientos, de hechos (no
solamente puntuales) que tienen que marcar la vida y el quehacer diario de
todos aquellos que nos llamamos y nos decimos que somos cristianos. Ser
cristiano no es bautizarse, aunque eso sea la puerta de entrada. Imagínense que
voy al cine. Ir al cine no es solamente comprar la entrada, es tener una
predisposición al lugar, lo que veo, el acomodo, con quien voy... etc.... al
final el cine será algo más que el precio. Ser cristiano es algo más que
bautizarse, aunque éste sea lo primero.
Una de las condiciones del cristiano es
la unidad en la pluralidad. Es bueno que no todos seamos iguales, porque en eso
radica la riqueza que nos hace crecer como personas y como creyentes. Es bueno
que tengamos ciertas diferencias que nos atraigan como los imanes (por aquello
de los polos opuestos) y solo así podemos averiguar lo que carecemos y por ello
lo echamos en falta.
Sin embargo me he dado cuenta, que hay
que rezar. Rezar por la unidad. Y también me he dado cuenta que rezar no es
masticar o mascullar oraciones más o menos sabidas que tranquilizan nuestras
ansias de cumplimiento. Rezar en dialogar con alguien que sabemos que nos escucha.
Rezar es ponernos en presencia de quien tiene la gracia de podernos entender.
Pero rezar nunca puede ser un diálogo de sordos, un monólogo sin preguntas y
sin respuestas.
Esta semana hemos celebrado la jornada
de la oración por la unidad de los cristianos. ¿No lo sabían?. Sí. Estamos
separados. Y a veces me da la impresión que las ganas de estar unidos no son
las más elevadas. Es curioso que en alguno de los casos y de las causas de la
separación están en la actualidad más que justificadas. Es desgraciadamente
curioso como ha habido una especie de caza de brujas hacia quienes no tenían el
mismo credo que nosotros cuando todos teníamos el mismo Padre.
Creo que detalles como los del papa
Francisco que viaja y sale como el padre del Hijo Pródigo al encuentro de los
que no están en la misma casa que nosotros son un ejemplo que nosotros tenemos
que tener para con aquellos que nos miran, a veces, con lupa.
Y eso hay que hacerlo desde pequeños.
Desde el convencimiento de que los más jóvenes son los que tienen que ir
empujando entre otras cosas porque nosotros les servimos de ejemplo. Este fin
de semana se celebra la jornada de la infancia misionera. Celebramos que los
más jóvenes de nuestras comunidades están llamados, mediante el ejemplo de los
mayores, a ser testigos, desde su posición, de un tal Jesús.
El mensaje de Jesús, no permite medias
tintas ni tampoco permite divisiones, como le dice Pablo a la comunidad de
Corinto. Jesús a todos y cada uno de
nosotros, nos llama por nuestro nombre, en la situación concreta que estamos
viviendo, en nuestra situación laboral y personal o incluso en nuestra
situación familiar y nos dice "ven y
sígueme". Es curioso que el texto dice que dejándolo todo le siguieron.
Ninguno dudó en ningún momento, aunque me imagino que la incertidumbre a más de
uno le habrá venido a la cabeza. Pero las decisiones como las llamadas son en
un momento y al momento.
Recemos no sordamente por la unidad;
seamos capaces de inculcar a los más pequeños la alegría de un mensaje que
merece la pena y sobre todo tengamos el oído atento porque todos los días se
pronuncia nuestro nombre. Todos los días y en diferentes circunstancias se nos
dice, ven.
Nosotros, como aquellos discípulos, ¿los
seguimos?
Hasta la próxima.
Paco Mira
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