Escribe Paco Mira
LA FELICIDAD DE JUAN,
¿ES LA NUESTRA?
¿ES LA NUESTRA?
En las fiestas
que hemos acabado hace solo unos poquitos días, algunos hemos sido muy
nostálgicos, o al menos hemos pretendido no perder eso "que llamamos
buenas costumbres al uso". Por ejemplo, es casi norma, en navidades, el
mandar una felicitación. Aunque he de confesar que las felicitaciones están en
desuso, y sobre todo en la generación de las nuevas tecnologías. Reconozco que
escribir un feliz navidad mientras
escucho un villancico, a veces suena a frío.
Sin embargo no
quiero dejar mal sabor de boca con las felicitaciones, porque en el fondo
entiendo que expresan un deseo profundo, procuran dar un granito de felicidad a
quien se la deseamos, ¿quien no puede hacer un poquito más feliz a alguien y
tratar de no hacer más infeliz a nadie?. Muchas veces sabemos cómo ser felices,
y no podemos. También es verdad que otras veces creemos saber como, pero nos
engañamos.
Pero ¿en qué
consiste ser feliz?. Quizás no es rebosar de alegría, carecer de problemas,
libre de dolores, creo que tampoco es que se realicen todos los deseos... Creo
que ser feliz es sentirse bien consigo mismo y con todos los demás. Es decir,
en paz con todo, a pesar de todo.
Para ser feliz no
hace falta una felicidad plena, ni un ánimo perfecto, ni una pareja perfecta,
ni una familia perfecta, ni una salud perfecta. Somos seres inacabados y en, en
el mejor de los casos, nuestra felicidad también está inacabada. Tener buena
salud o mucho dinero, puede ayudar a ser feliz, pero no seremos más felices.
Yo creo que Juan,
este fin de semana también es feliz. Es feliz porque es capaz de encontrar lo
que le da la felicidad. A veces, en la felicidad, nos quedamos a medio camino.
Es como cuando un hijo nos plantea lo que quiere ser de mayor y nosotros le
decimos que eso es poco para él. A veces nos quedamos con lo fácil de la vida y
no ahondamos un poco más, incluso a nivel religioso nos pasa lo mismo.
Nuestra fe, a
veces, se queda en un mero cumplimiento, en un tranquilizar las conciencias, en
cumplir con los preceptos que están mandados, pero, como Juan, no salimos al
encuentro, no nos hacemos los encontradizos, no provocamos aquello que
realmente nos hace felices y lo compartimos. Hoy, Isaías (49,3) dice "es poco que seas mi siervo",
estamos llamados a algo más. Estamos llamados a señalar la presencia de Jesús
en medio del mundo, aunque eso nos suponga cierto riesgo.
Somos, lo decía
antes, seres inacabados. Es por ello que tenemos que colaborar en autoacabarnos
y solamente el convencimiento como el que tenía Juan de señalar con el dedo, "este es el Cordero de Dios....",
es porque tenemos que descubrir en la cotidianidad y en la relación con los
demás lo que Dios quiere de cada uno de nosotros y hacer como el salmista
"aquí estoy, Señor para hacer tu
voluntad".
¡Qué buenas las
lecturas de este fin de semana!. Hemos entrado en el tiempo ordinario.
Ordinario no por vulgar, ordinario por ser de todos los días y no haber una
fiesta de renombre que nos obligue a tener que cambiar de color. Todo lo
contrario. No nos olvidemos que tenemos que dejarnos cuidar y cuidarnos. No,
ante las adversidades, tenemos que desesperarnos.
En nuestro fondo
habitan la luz y la presencia. Dejemos que desde la presencia del corazón nos
digamos que vivamos en paz con nosotros y con todos, en paz con todo y
bendigamos la vida de cada día, por la mañana y por la noche, a pesar de todo.
Sí, a pesar de todo.
Juan fue feliz, y
¿nosotros?
Hasta la próxima.
Paco Mira
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