Escribe Juan Santana desde Arinaga
AÑO TRAS AÑO
Aunque Jesucristo naciera en Belén, para
todos los que nos consideramos creyentes, el Hijo de Dios vuelve a nacer cada
año en nuestros corazones.
Muestra de ello es que en esta época
todos pasamos por alto lo que durante el resto del año nos pone, en palabras de
la juventud:”como una moto”.
Ya sé que ahora las cosas andan algo
fastidiadas con eso de la crisis, pero el que más o el que menos siempre
incumple la promesa hecha el año anterior, pues siempre dicen al terminar la
cena de “Nochebuena” eso de: “el año próximo, si Dios quiere, no haré tanta
cantidad de comida para cenar”.
Recuerdo
que en una ocasión, un familiar mío me comentó lo que había visto en un
escaparate de la calle Triana, en Las Palmas de gran Canaria, ya que tras el cristal
se veía una mesa repleta de toda clase de manjares, como los dulces navideños,
carne, pescado etc.
Era tal la cantidad de cosas que casi no
cabían en la mesa, pero al fondo estaba una puerta pequeña, por la cual se
divisaba la imagen de un niño, con ropas maltrechas, pero que con sus ojos
quería devorar toda aquella comida.
No hace falta ser un hombre de ciencia
para saber que todo ese “tinglado” era para denunciar las grandes diferencias
que hay en el mundo, diferencias que hemos creado nosotros, porque mientras
unos enferman a causa de los “empachos”, otros lo hacen por culpa del hambre
que padecen.
Pero es que por mucho que lo sepamos,
nunca colaboramos para erradicar eso del planeta, pero sí que tranquilizamos
nuestra conciencia diciendo que esa es labor de los gobernantes, que para eso
cobran.
Así que unos por otros y “la casa sin
barrer”.
Yo creo que todas las cosas, con mesura,
pueden resultar buenas, pero pensemos también a la hora de celebrar las fiestas
en aquellos hogares donde lo están pasando mal, no teniendo que ir muy lejos
por desgracia para encontrarles, estarán más cerca de la verdadera
Navidad.
Unos y otros recordaremos a esos que un
día partieron hacia el cielo, reconfortándonos el pensamiento de que estarán
junto a Dios.
Por todo lo expuesto, vayan mis deseos
de felicidad y paz para todos y que ese Niño que va a nacer nos traiga salud y
paz, sin olvidar que nació en un mísero portal, pero que por eso nos enseña lo
que significa la palabra humildad.
¡Feliz Navidad y un próspero año nuevo para
todos y para todas!
Juan Santana Méndez
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