sábado, 30 de abril de 2016

MAMÁ, TRABAJO Y PEPE (el currante)

Escribe Paco Mira

MAMÁ, TRABAJO Y PEPE (el currante)

         Saben que yo no soy muy dado a este tipo de conmemoraciones, entre otras cosas, porque ciertos acontecimientos, entiendo, que no tienen que tener celebración, sino que se dan por hechos. ¿Por qué tengo que felicitar a mi madre?. ¿Por el hecho de serlo?. Seguro que sí. Pero en mi caso y en de muchísimos más, mi madre se siente orgullosa de serlo, porque así lo ha escogido, libremente; así lo ha decidido y así ha querido que, fruto del amor, este orgullo continúe. Mi madre ejerce una labor innata y consustancial al hecho mismo de ser madre. Hay cosas que aunque se quieran compartir con la pareja, la madre siempre las llevará en la sangre: esas noches sin dormir, esas preocupaciones que solamente ellas detectan, esos sinsabores llevados en silencio de la que tiene un corazón enorme y que quizás los hijos no sabemos o no queremos ayudarle a llevar.

         Las madres, las que nos paren, las que dan vida a la vida, no tienen un día fijo en el calendario porque el comerciante de turno le interesa para su interés comercial. Las madres tienen 365 días para disfrutar de lo que el amor en la vida les ha dado. Amor que nunca se acaba aún en las mayores dificultades de la vida. Porque disfrutan de la vida que ellas han generado; porque son felices a pesar de los sinsabores de muchos, es por lo que yo les digo a ellas y en especial a la de cada uno, felicidades.

         Creo que con el trabajo pasa algo parecido. Sin embargo hay que saber apreciar aquello que escasea y que todo el mundo desea. Es un derecho, ¿por qué nos lo quitan?. Me hace gracia, no me gusta, que el primero de mayo, también como reivindicación de lo que todos tenemos y queremos disfrutar, se ha convertido en una parafernalia sindical y política. Nunca un derecho universal, se puede convertir en una ideología al servicio de unos pocos. De unos pocos que se aprovechan de la coyuntura, pero nunca piensan en quienes realmente les sacan las castañas del fuego.

         Vive de tu trabajo, dirá Pablo. Reivindica lo que otros te han quitado y te corresponde. Lucha por la consecución de un puesto que te haga vivir con dignidad y nunca arrastrándote para poder llevar a la boca lo que has ganado con el sudor, el esfuerzo y en muchos casos el sacrificio. A Dios lo que es de Dios, pero al César lo que le corresponde.

         De eso sabía mucho José, el carpintero. Pepe el currante - con respeto - el callado el silencioso, el que no levanta la voz para no herir a nadie. El que con su esfuerzo y con su ejemplo es capaz de servir de ejemplo a otros muchos. Felicidades a los amigos del Cruce de Arinaga que celebran su fiesta. Que la fiesta les sirva para unir criterios, les sirva estrechar lazos, les sirva para compartir la alegría de un personaje, José, el de la estirpe de David, que llegó a ser grande porque se lo ha currado.

         El evangelio de este fin de semana nos dice "que no tiemble nuestro corazón": ¡cuántas veces somos débiles ante circunstancias de la vida con las que tendríamos que ser implacables. Muchas veces, como le ocurrió a Pablo y a Bernabé, oímos aquello que no queremos y nos callamos, cuando a lo mejor es más fácil decir la palabra oportuna en el momento adecuado. Que no tiemble nuestro corazón con la verdad en la boca; que no tiemble nuestro corazón a la hora de defender al débil, al necesitado, al que menos tiene, al deshecho de los pudientes y poderosos. ¡Qué valientes eran aquellos hombres!.

         Amigos, recordemos a mamá, no porque el comercio quiere, sino porque quiere el corazón. Reivindiquemos el derecho universal de trabajar y disfrutemos de la fiesta, pero con nobleza.

     Hasta la próxima.

         Paco Mira

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