Escribe Paco Mira
MISERICORDIA CON LOS
CIEGOS DE
LA VIDA
Quiero, antes de nada, expresar mi gratitud a los que me leen. A
los que tienen la santa paciencia de hacer un alto en su camino para
entretenerse con aquello que me surge a raíz de lo que sucede y a la luz de lo
que la palabra de Dios me dice en el
domingo que nos toca. La vida da para mucho, pero Dios, a través de su Palabra,
da para mucho más. Viene esto a cuento, porque un amigo, Jesús Rodríguez, me
corrigió la semana pasada. En mi carta decía que "el martes conmemorábamos la celebración de la democracia".
Evidentemente fue un lapsus. La democracia la celebrábamos el domingo 6, no el
martes 8, día de la Inmaculada. Pero viene bien, puesto que la democracia
conlleva implícito la no censura y veo que en este caso no ha habido. Gracias,
Jesús.
Metidos en harina y en medio del
adviento, el Papa, esta vez sin sorprendernos (porque ya lo había anunciado con
tiempo), nos ha inaugurado el Año de la Misericordia, es decir el año de la
posibilidad de volver a empezar de nuevo. El año en el que todos tenemos las
mismas posibilidades y que nadie es mejor que nadie. Es curioso como en medio
del tiempo de la esperanza; donde la realidad de la navidad cada vez se ve más
cerca, la capacidad de poder con otro
o de pedir perdón siempre está tocando en la puerta de cada uno de
nosotros.
Mucho se ha hablado a raíz de este año
que se nos ofrece: que si los divorciados, que si los que han abortado,
que..... pero ¿quiénes somos nosotros
para juzgar la conciencia de nadie?, y... ¡qué dados somos a hacerlo!.
Este fin de semana que se celebra la
fiesta de Santa Lucía, ¡cuántos ciegos de la vida a los que podemos ayudar!.
Quizás no sean ciegos de los que por motivos físicos les falte la vista. Ciegos
que no son capaces de encontrar su lugar y su puesto en la vida y que una
manera desesperada nos piden que les echemos una mano. Ciegos que no encuentran
la forma y la manera de poder continuar adelante y quieren que nosotros les
podamos conducir por aquella vereda que lleva, en este tiempo, a Belén.
Este fin de semana es el domingo de "gaudete" es el domingo de la
alegría esperanzada. Es el domingo en el que alegremente podemos llevar
adelante las promesas que podemos adelantar que se pueden cumplir. Este fin de
semana hasta tres veces le preguntan a Juan el Bautista lo que hay que hacer.
Quizás nosotros este fin de semana también tendremos que preguntarnos que qué
tenemos que hacer, y preguntarnos no solo tres veces, sino un montón de veces.
Creo que las respuestas en la vida
tienen que ser claras y contundentes: todos hemos nacido de la misma manera;
todos hemos optado por el mismo camino que es el mismo para todos, como Lucía,
la italiana y a la que el miedo del tormento no le separó de lo esencial de su
vida que era seguir a Jesús. Una Lucía que en el tiempo en el que ella ha
vivido, las circunstancias de la vida no eran fáciles, sin embargo supo dar
testimonio, incluso con su vida, de la convicción del evangelio.
Misericordia. Creo que tenemos todo un
año para pensar lo que esta palabra significa. Tenemos todo un año para mirar
hacia adentro de nuestro corazón y comprobar si realmente el mensaje del perdón
de Jesús se cumple en nuestras vidas. Tenemos todo un año para tomar "resuello" y no juzgar a
nadie.
Tenemos un año para perdonar y que nos
perdonen. Tenemos un año para ser nosotros mismos como lazarillos de tantos y
tantos que tienen cegueras en esta vida y que nosotros podemos salvarles de
caer en alguno de los pozos de la vida. Pero para ello tenemos que ser nosotros
primero, portadores de lo que predicamos.
Se lo vengo diciendo: cada vez veo más
cerca Belén, ¿ustedes?
Hasta la próxima
Paco Mira
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