Escribe Paco Mira
2016, VOLVEMOS A EMPEZAR Y LA PALABRA SE
HACE CARNE.
Hace unos días un amigo me decía que leía una carta mía que le
escribí hace, por lo menos, veinte años. Me resultó curioso por varias cosas:
una porque se la escribí estando en Madrid, quizás sean de esas cartas que uno
escribe cuando no se atreve a tener una conversación a la cara; otra porque después de tanto tiempo todavía
la conservaba, en el fondo significa que lo que la carta contenía tenía cierta
solera para ser conservada y la última porque el me decía que la leía con cierta nostalgia.
¡que bueno!, le contesté yo. Sin embargo, ahora que se acaba el año, amigos
como éste, me dicen : "Paco, hacia
atrás, ni para tomar impulso".
Bueno, pues creo que ni
tanto ni tan poco. Creo que de vez en cuando es bueno mirar hacia atrás. Entre
otras cosas porque en la medida en que cumplimos años, la noción del tiempo ya
no es la misma; porque en la medida en que cumplimos años, las cosas se ven de
otra forma y de otra manera y quizás mirando hacia atrás podemos corregir
muchas cosas en el futuro, porque aunque no lo creamos, siempre se es joven
para volver a empezar.
Mirando el calendario, mirando hacia
aquel uno de enero del 2015, seguro que muchas cosas eran las que nos
proponíamos de aquella: ir al gimnasio, dejar de fumar, educar a nuestro hijo
de otra manera, corresponder con la pareja como hasta ahora no lo habíamos
hecho.... y ya han pasado 365 días y la vida nos vuelve a dar la misma
oportunidad que los años que tenemos cada uno. Nos vuelve a decir que nunca es
tarde para volver a empezar, que quizás los propósitos que hicimos estaban
bien, pero que también es bueno que revisemos las posibilidades que hemos
tenido para ello.
Comienza un nuevo año y a lo mejor nos
tenemos que preguntar si a nivel cristiano ponemos darnos una nueva
oportunidad. No solamente comenzamos con el mensaje, casi, de lo imposible, que
es el mensaje de paz del día 1. Día que enarbola la bandera de 364 días
restantes: donde haya paz, el corazón marcará el ritmo de la vida, decía un budista.
Y es verdad, pero es que a la vez el domingo se nos recordará que la Palabra,
Jesús, se hace carne y camina con nosotros, a nuestro lado, en nuestra misma
dirección.
Comenzamos un nuevo año y los
propósitos quizás ya no tengan que ser el gimnasio o el dejar de fumar, sino
propósitos que podamos cumplir de solidaridad, de ayuda al que lo necesita, de
tantos amigos que nos tocan en el hombro y quieren que les miremos a la cara;
compromisos de instituciones estatales que no luchen por ver quien se lleva el
gato al agua en cuanto a votos, sino que miran por los intereses de todos y en
especial por los más desfavorecidos; compromisos que nazcan de los corazones
llenos de ilusión y de entusiasmo, de ganas y de esfuerzo por el bien común de
tantos y tantos que tocan en la puerta de nuestros rostros, que nos miran a la
cara y que nos dicen que aunque no hablen el mismo idioma caminan con nosotros.
Comenzamos un nuevo año y lo más
probable es que la Palabra, Jesús, sigue tocando en la puerta de cada uno de nosotros
y que seamos capaces de abrir y no cerrar puertas en este maravilloso año de la
misericordia. Comenzamos un nuevo año y ojala que nunca nos echen en cara que "vino a los suyos y estos no le
recibieron", sino que la Palabra, Jesús, se hizo carne y acampó entre
nosotros, camina con nosotros, habla con nosotros, llora con nosotros y vive
entre nosotros.
Cuando levantemos una copa, levantemos
también la realidad de un proyecto personal de cara a este año que comienza y
que somos capaces de hacerlo posible en doce etapas. Miremos hacia atrás y
pidamos perdón por lo que pudimos hacer y no hicimos y demos gracias por lo
hecho en favor de otros.
Amigos, feliz 2016 y no se olviden que
la Palabra se hace carne y acampa entre nosotros.
Hasta la próxima.
Paco Mira
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