viernes, 13 de noviembre de 2015

LETRÁN-DIÓCESIS DE CANARIAS: EN LAS ALEGRÍAS Y EN LAS PENAS, EN SALUD Y ENFERMEDAD...

Escribe Paco Mira:

LETRÁN-DIÓCESIS DE CANARIAS:

EN LAS ALEGRÍAS Y EN LAS PENAS,

EN SALUD Y ENFERMEDAD...

            Se está acabando el año litúrgico y la Iglesia, a nivel universal, nos invita a mirar hacia adentro. A través de Letrán, de esa enorme basílica construida por orden de Constantino para dar a entender que las persecuciones no tenían sentido, la Iglesia quiere que nos pongamos delante del espejo. Al mirar hacia él no nos vemos nada más que a nosotros mismos; nos vemos tal y como somos; nos vemos en nuestras arrugas y en nuestras grandezas; nos vemos en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad... nos vemos.

         ¿Pero qué vemos?. Deseo ver la Iglesia, quiero ver la Iglesia de los dos Franciscos: por un lado el de Asis que quiso una Iglesia pobre, de los pobres, con los pobres y para los pobres. Donde no había que llevar nada para el camino: "ni alforja, ni sandalias...." Y deseo que se consolide la Iglesia del Francisco argentino actual. También quiere una Iglesia que se reforme, una Iglesia que pueda cambiar, una Iglesia que tiene que dar ejemplo a pesar de muchas dificultades, una Iglesia no al uso, una Iglesia que le cuesta ser de otra manera y él lo intenta.
         Pero claro, ¡qué fácil es decirle a los demás lo que tienen que hacer!. Este fin de semana es también el día de la Iglesia doméstica. Es el día de esa Iglesia familiar donde hay que consolidar los cimientos de las grandes aportaciones de muchos fieles. La iglesia doméstica también tiene que mirarse al espejo, tiene que verse a si misma y preguntarse si lo que le exige a la Iglesia institución es lo mismo que ella cumple. Es cuestión de plantearnos que en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad también la Iglesia doméstica tienen que mirarse al espejo.

         Me gustaría que mi conferencia episcopal, que mi iglesia diocesana canaria, que mi " Letrán" particular, de acento meloso que se distingue allá donde va, sea una iglesia igualitaria, donde se brinden oportunidades de hacer valer las palabras de Jesús en el evangelio de esta semana, "sus palabras pasarán, pero mis palabras no"; me gustaría una Iglesia transparente, donde cualquiera que abra el cajón no se encuentre con la trampa que te pilla los dedos y te deja sin ellos; me gustaría una iglesia donde los hombres y mujeres puedan desempeñar las mismas funciones y no nos escandalicemos por ello; me gustaría una iglesia que cuida, mima, apoya y anima a todos aquellos que desde su sabiduría son capaces de aportar validez al mensaje de Jesús de Nazaret.

         Me gusta la Iglesia que es capaz de pedir perdón, "hasta setenta veces siete", es decir siempre, porque el perdón es vital para la salud, porque quien no perdona no tiene comunión con el Dios del amor. No nos echemos en cara que en el pasado hemos cometido abusos, que pueden ser reales: el perdón tiene que ser la esterilización de heridas que no queremos que cicatricen. Me gusta una Iglesia donde la autoridad es corresponsabilidad y donde la corresponsabilidad de manifiesta en una familia de fe, que aun a pesar de llevar distinto paso, caminan en la misma dirección. No nos olvidemos que el perdón trae alegría donde un dolor produjo tristeza; y curación, donde el dolor ha causado enfermedad. Por eso no quiero una Iglesia enferma. Quiero una Iglesia llena de vitalidad a pesar de las dificultades.

         Por ello sigo queriendo a mi Iglesia, a nuestra Iglesia. La quiero en la salud y en la enfermedad, en las alegrías y en las penas... porque sin duda, la grandeza de la caída está en la capacidad de levantarnos, pedir perdón con el corazón y no con los labios y continuar nuestro camino.

         Quiero a mi Iglesia diocesana. Quiero a mi familia en la fe. Quiero a mi Letrán particular. Quiero  a quienes desde su vocación particular son capaces de anunciar que Jesús de Nazaret sigue vivo y su mensaje sigue mereciendo la pena.
        
      Hasta la próxima.

         Paco Mira


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