miércoles, 18 de noviembre de 2015

LA RECOMENDACIÓN

BAJO MI PUNTO DE VISTA

Por Juan Santana Méndez
LA RECOMENDACIÓN

Esto que narro a continuación, es algo que sucedió en realidad, pero permitan que no cite el nombre de la persona, protagonista de este sucedido, pues ya no está entre nosotros y tampoco es de vital importancia.
 Resulta que un día tocaron a la puerta de este hombre, el cual abrió y se encontró delante de unos amigos, de los que casi ni se acordaba.
Después del pertinente saludo, les invitó a entrar y así conocer el motivo de la visita.
El mayor dijo: ¡Este es mi hijo, que se va a presentar pronto al examen de conducir y me acordé de que tienes bastante amistad con alguien relacionado con la escuela de conductores!
El dueño de la casa, por un momento quedó pensativo, acordándose de la persona a la que el recién llegado hacía mención.    
A continuación dijo: ¡Sí, tienes razón, pero además conoce a los examinadores, aunque tendré que hablar con él para que dé tiempo, no sea que tu hijo se presente y aún no lo sepan! 
El padre del chico quedó muy satisfecho, dando las gracias a su amigo, para luego marcharse, sabiendo que la visita no había sido en vano.
Una vez que los dos hombres se marcharon, el dueño de la casa pensaba hablar con su amigo, para que intercediera por el aspirante a conductor, sabiendo que si lo hacía, el permiso de conducir estaba en sus manos. 
Pero al momento se dio cuenta de que al pedirle ese favor, se lo tendría que agradecer siempre y esa idea no le gustaba, porque el que debería el favor sería él y no el beneficiado, que tendría el carnet en sus manos. 
Por eso y después de mucho pensarlo, tomó la decisión de no decirle nada, que nada debería, olvidándose del tema.
Ya casi ni se acordaba del asunto, cuando un día recibió la visita de aquellos dos hombres que le habían pedido ese favor. Cuando les vio, no sabía que disculpa darles, pero su sorpresa fue mayúscula, porque el padre traía un gran queso en sus manos, diciendo: ¡Muchísimas gracias por ayudar a mi hijo, porque aprobó y le ruego acepte este queso!   
Su interlocutor, con una velocidad pasmosa le respondió: ¡No tenía que traer nada, pero yo sabía que la cosa estaba segura!
 Fue así como se comieron en su casa un queso, que ganó sin hacer nada.  


Juan Santana Méndez 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por participar.