Escribe Juan Santana de Playa de Arinaga
SOBRE
LA FIESTA DE
“HALLOWEEN”
(JALOWEY)
Aunque
muchos me tachen de inculto, algo que en este caso no les discuto, creo que
tengo derecho a expresar mi opinión sobre esta fiesta.
Para no repetir esa palabra, arriba
escrita, por su complicación, me gustaría referirme a ella como “la fiesta
estadounidense”.
Resulta que hace unos
años, siguiendo el mandato del gobierno de España, todos los directores de los
colegios públicos, se vieron forzados a suprimir de las aulas, una cosa que era
tradicional ya de ver en esos lugares de estudio. Me refiero
por supuesto a los crucifijos, que estábamos tan acostumbrados a verlos, que a
causa de la rutina casi pasaba inadvertido.
Pues aún así, los mandatarios dieron
la orden de quitarlos, aludiendo que ahora había estudiantes de países no
católicos, a los que la presencia del símbolo de los cristianos, que no
olvidemos, son la mayoría, dicen que puede no gustar a los partidarios de otras
creencias, a los que se les han acogido como otro canario más.
Ese es para mí el preámbulo de estar
abiertos a futuros cambios, en contra nuestra, claro, ya que después de
celebrar la “noche de los finados”, cosa que ha sido una costumbre popular,
ahora, como quien pide perdón en la fila del paro y termina colándose, ha
llegado una fiesta estadounidense, la cual ha cogido tal arraigo, que da la
casualidad que ya la han implantado en los colegios.
Si le damos la vuelta a la tortilla,
seríamos los cristianos los que tendríamos que aplicar la fórmula que
utilizaron con los crucifijos, ya que esa desconocida fiesta es la que molesta
a los católicos.
Yo no pido que la
supriman, pero que tampoco acaben con nuestras costumbres, porque algo que
acaba de llegar, si no protestamos, me parece que va a terminar con lo que
siempre ha celebrado el pueblo canario.
Y es que por cuatro caramelos,
también echarán por tierra dos cultivos tan tradicionales como son los de las
castañas y las nueces, las cuales aportan algo de dinero a los sufridos
agricultores, que estoy seguro que temblarán de miedo al escuchar el nombre de
esa fiesta, pero no por los horribles disfraces que llevan, sino porque saben
que les están restando ingresos en su ya maltrecha economía.
Juan Santana Méndez
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