domingo, 18 de octubre de 2015

SOBRE LA FIESTA DE “HALLOWEEN” (JALOWEY)

Escribe Juan Santana de Playa de Arinaga

 SOBRE LA FIESTA DE 

“HALLOWEEN”
 (JALOWEY)
Aunque muchos me tachen de inculto, algo que en este caso no les discuto, creo que tengo derecho a expresar mi opinión sobre esta fiesta.

          Para no repetir esa palabra, arriba escrita, por su complicación, me gustaría referirme a ella como “la fiesta estadounidense”.

Resulta que hace unos años, siguiendo el mandato del gobierno de España, todos los directores de los colegios públicos, se vieron forzados a suprimir de las aulas, una cosa que era tradicional  ya  de ver en esos lugares de estudio. Me refiero por supuesto a los crucifijos, que estábamos tan acostumbrados a verlos, que a causa de la rutina casi pasaba inadvertido.

          Pues aún así, los mandatarios dieron la orden de quitarlos, aludiendo que ahora había estudiantes de países no católicos, a los que la presencia del símbolo de los cristianos, que no olvidemos, son la mayoría, dicen que puede no gustar a los partidarios de otras creencias, a los que se les han acogido como otro canario más.

          Ese es para mí el preámbulo de estar abiertos a futuros cambios, en contra nuestra, claro, ya que después de celebrar la “noche de los finados”, cosa que ha sido una costumbre popular, ahora, como quien pide perdón en la fila del paro y termina colándose, ha llegado una fiesta estadounidense, la cual ha cogido tal arraigo, que da la casualidad que ya la han implantado en los colegios.

          Si le damos la vuelta a la tortilla, seríamos los cristianos los que tendríamos que aplicar la fórmula que utilizaron con los crucifijos, ya que esa desconocida fiesta es la que molesta a los católicos.

Yo no pido que la supriman, pero que tampoco acaben con nuestras costumbres, porque algo que acaba de llegar, si no protestamos, me parece que va a terminar con lo que siempre ha celebrado el pueblo canario.

          Y es que por cuatro caramelos, también echarán por tierra dos cultivos tan tradicionales como son los de las castañas y las nueces, las cuales aportan algo de dinero a los sufridos agricultores, que estoy seguro que temblarán de miedo al escuchar el nombre de esa fiesta, pero no por los horribles disfraces que llevan, sino porque saben que les están restando ingresos en su ya maltrecha economía.
    
Juan Santana Méndez

   

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