Escribe Juan Santana, de Arinaga a propósito
del CALOR
¡AHORA SÍ QUE
LO TENGO CLARO!
LO TENGO CLARO!
En estos días, debido al
intenso calor, tenemos que recurrir a cualquier cosa que nos refresque y
mitigue en parte los efectos de las altas temperaturas.
Con la ducha nos olvidamos
por un momento del angustioso malestar del bochorno, aunque aún no hemos salido
del baño y ya comenzamos a sudar.
Siempre recurres a tomar
algo frío, desde una cerveza a un zumo, pero como la ducha, la mejoría es
temporal, habiendo que tomar precauciones, no vaya a suceder que perdamos la
cuenta de las cervezas y acabemos en el suelo.
No me gustaría olvidarme
del clásico abanico, al cual le han utilizado también como símbolo de “alta
alcurnia”, porque no olvidemos a aquellas señoras que lo agitaban en la
iglesia, abriéndolo y cerrándolo con una sola mano y girando la cabeza, porque
bien sabían que las estaban mirando. Para mí que ensayaban en sus casas para
luego presumir en los lugares a los que acudían.
Podemos también buscar ese
viejo ventilador, al que habíamos aparcado en el armario, cuando terminó el
pasado verano, guardándolo de cualquier manera, porque total, ya no hacía
falta, al refrescar los días.
Una vez agotados esos
recursos, a mí se me ocurrió la feliz idea de comprar un aparato de aire
acondicionado portátil, por lo cual acudí a dos tiendas de prestigio en el
sureste, pero en las dos me dijeron lo mismo: ¡Se nos han agotado!
Y es que tan solo tenían unos pocos
ventiladores, que a los primeros en acudir les pareció insuficiente.
Para colmo de males, al encender la radio,
todos hablan sobre el “cambio climático”, pero la mayoría sin saber de lo que
habla.
Aquí, si llueve mucho, se
debe al cambio climático, pero si llueve poco, lo mismo. Vamos a ver si se
ponen de acuerdo y “el pastor habla de las cabras y el marinero del pescado”,
porque con un micrófono delante, algunos hablan hasta de lo que no tienen ni
idea.
Juan Santana Méndez
Y MI RESPUESTA, AMIGO JUAN
Me gusta lo que que escribe el vecino Juan Santana. Con realismo y con gracia. Y dada la confianza que hay, me atrevo a añadir otro "experimento" para defenderse del calor y otros males "climáticos". He estado varias veces en aldeas de Guatemala acompañando a los misioneros. Me extrañaba que casi toda la gente, cuando iban a misa, llevaban en la mano o al hombro un paño de cocina o un trapo corriente. Más tarde fui descubriendo la razón. Así como aquí buscamos todos estos artilugios que recuerda Juan para defendernos del calor, allí con un solo trapo que no vale nada, solucionan muchos problemas: se secan el sudor, matan moscas y mosquitos tan abundantes, les sirve de abanico y hasta de pañuelo para la nariz si es preciso. No será muy higiénico, pero útil sí que es. Y no daña nada nada a la capa de ozono.
Saludos. Juan y gracias por tu colaboración.
Jesús Vega Mesa
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