Escribe Paco Mira:
SALVE ESTRELLA DE LOS MARES Y A DESCANSAR
Tenía un abuelo que en sus ratos libres echaba una mano a unos
armadores de barcos. Los armadores eran, y son, como los dueños de los barcos y
los que controlaban todas las
actividades de los mismos. ¡Que bonito era ver entrar un barco!.¡Qué bonito era
ver descargar un barco lleno de pescado!... sin embargo creo nos hemos quedado
con la parte bucólica, bonita del marinero.
Una profesión dura como la que más; una profesión, a veces, no valorada
como la que menos; una profesión no retribuida en función del esfuerzo que
conlleva, etc... y a veces hay que pagar un precio que no tiene valor para
ello: la propia vida.
Recuerdo que mi abuelo no tenía horario, porque los barcos
sabían cuando salían pero no cuando regresaban. Daba igual el día de la semana,
la hora, la madrugada, la familia.... el barco llegaba y había que estar allí.
Sin embargo nunca he visto a ningún marinero, por rudo y tosco que fuera, por
estar en una profesión nada fácil, que no tuviera a su Virgen del Carmen al
lado, en la cabecera de la cama, en el pecho colgada en forma de medalla o de
escapulario. Nunca he visto a un marinero que no se pegara por llevar a su
virgen en la procesión. María, su madre, es un amor que en cada puerto a los
que atraca el barco, le extiende una mano, le abre los brazos y le ofrece la
mejilla para estamparle un beso. ¡Qué grande María!.. ¡Qué grandes tus hijos de
la mar, tus marineros!. Nunca dejes de guiarles cual faro en la costa. Ellos,
ante las adversidades, siempre mirarán para tí.
Por esa grandeza he querido echar la mirada al jueves pasado,
para que desde estas humildes letras rendir un homenaje a tantos y tantos que
dan su vida en las aguas del mundo; a tantas y tantos que estuvieron y no
están, a tantas y tantas familias que han derramado lágrimas, pero que no dejan
de mirar las olas del mar; por ellos y con ellos, María siempre en sus vidas.
Este fin de semana, es curioso, Jesús parece que nos invita al
relax, al descanso, a la tranquilidad. Y sin embargo creo que nos invita a un
nuevo replanteamiento de nuestra situación. Me da la impresión que nos
encontramos en una etapa en la que efectivamente estamos cansados, pero quizás
porque no damos con las claves para que el mensaje de Jesús sea el que nosotros
queremos, por eso, en Mac 6, dice " les
enseñaba con calma".
Si es que las prisas nunca fueron buenas. Que el que nos
vistamos despacio porque tenemos prisa es verdad. Que el venir a celebrar la
eucaristía los domingos y estar mirando el reloj no es buen síntoma, porque eso
no nos conduce a poder centrarnos en lo que realmente nos interesa. La sociedad
en la que vivimos quizás nos impulse precisamente a ello: corre, date prisa...
mientras corres la mente no tiene la tranquilidad que merece.
Da la impresión que estamos como ovejas sin pastor y Jesús
siempre está en un lugar tranquilo, donde puede hablar con nosotros y nosotros
con él las veces que nos de la gana. Ahora que muchos están de vacaciones;
ahora que aunque deseemos este tiempo, también tenemos tiempo para aburrirnos,
busquemos ese espacio de nos posibilite el encuentro con el que es nuestro
Pastor; busquemos ese lugar que nos permita encontrarnos con aquel que nos
enseña con tranquilidad.
¡Que buenas son las pausas de la vida!.¡Que buenas son las
tranquilidades que nos ofertan los días!. Aprovechemos esos momentos y seguro
que nos sentiremos más relajados. Busquemos el lugar tranquilo y adecuado: una
conversación, una escucha, un paseo, la contemplación de un atardecer... ¡qué
grande Dios en cada uno de los acontecimientos!. Alguien dijo, que "en el
silencio, te encontré".
Hasta la próxima
Paco Mira
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