viernes, 6 de febrero de 2015

CAMPAÑA CONTRA EL HAMBRE, PERO... ¿DE QUÉ?

Escribe Paco Mira
CAMPAÑA CONTRA EL HAMBRE, 
PERO...¿DE QUÉ?

            Bueno, pues ya tenemos una campaña encima y ¿saben?: a veces las campañas de tanto repetirlas acaban siendo cansinas, no les hacemos caso o quizás lo que suceda es que ni nos acordemos para qué sirven, quien las convoca, o cual es su finalidad. Los que tenemos ya algunos años y las canas no nos las pintamos sino que salen por su propia naturaleza, recordamos que en los albores de la democracia, cuando los partidos políticos empezaban a esbozar sus primeros programas; cuando los slogans eran frases cortas e impactantes; cuando para hacer una pancarta curraba desde el candidato hasta el que cerraba y abría la sede.... hubo una frase que a mí me llamó la atención: "Un pueblo sin información es un pueblo sin opinión".

         Creo que aquí radica mucha de la razón de ser de las campañas que no solo a nivel eclesial se realizan. Debemos de informarnos, debemos leer la letra pequeña, debemos, como decía un profesor mío de leer el periódico que aunque diga alguna mentira, para eso están los lectores, para descubrir la verdad.

         El mundo tiene hambre. Eso no lo discute nadie, pero habrá que señalar con el dedo, sin miedo a ponernos colorados, que el rico sigue siendo más rico a costa de los pobres. El mundo tiene hambre y quizás sed de justicia, eso tampoco lo niega nadie, pero cuando la justicia no hace honor a su nombre y para los ciudadanos pierde credibilidad, tenemos que seguir señalando con el dedo al corrupto que tiene que estar en la cárcel y anda tomando un café en la calle de la esquina o con el abuelito a quien no le llega la pensión para acabar el mes y el nieto, con quien ha salido de paseo, mira con ojos desconsolados para un donuts inalcanzable para el abuelo.

         Hoy, la Iglesia, vuelve a lanzar el grito de guerra tantas veces oído y por nosotros tantas veces no escuchado: El mundo tiene hambre. Claro que sí pero también no un hambre material, sino un hambre de información para que no nos dejemos pisotear por el más fuerte porque piensa que somos incultos. Hoy la Iglesia vuelve a gritar que el mundo tiene hambre. Las cifras de seres humanos que nacen pero que no llegarán a una edad adolescente, por carecer de lo básico, nos tiene que hacer pensar que mientras que nosotros tenemos recursos para que malamente podamos salir adelante, hay otros que ni siquiera se lo pueden plantear.

         Hoy la Iglesia vuelve a clamar que el mundo tiene hambre. Curiosamente las lecturas dominicales de este fin de semana, nos presentan al que da aliento, fuerza y energía para poder combatir lo que la Iglesia clama, grita, e incluso llora. Nos presenta a un Jesús que acude al encuentro del necesitado, dice el texto de Marcos que "no les permitía hablar". Si es que a buen entendedor hasta las palabras sobran. Jesús - en el mismo texto  (Mc 1, 29) - se aparece en silencio, coge de la mano, los levanta...

         Amigos no hace falta muchos aspavientos. Los que nos consideramos privilegiados por conocer a un tal Jesús, debemos acercarnos al que tiene hambre, atenderlo, no pasar de largo. Debemos tener , como dice la canción, que suerte es tener un corazón sin puertas, que suerte es tener las manos siempre abiertas. Tenemos que levantar al hambriento, no solo de pan vive el hombre; hoy hay mucha hambre en el mundo de infinidad de cosas. Jesús no nos deja en la vereda del camino, nos levanta como a la suegra de Pedro y nos dice que podemos iniciar de nuevo el camino de la vida.


         Amigos estamos en la campaña contra el hambre. Denunciemos a quien roba el pan a los pobres. Monseñor Romero, próximamente elevado a los altares, se ha dejado su vida por hacer la campaña contra el hambre, no solo de pan, también de información para poder denunciar.

         A veces también tenemos hambre de soledad para hablar con el Padre, que es quien nos da la fuerza para seguir adelante. El propio Jesús, dice que se levantó de madrugada para orar. Nosotros tenemos hambre de oración.

         Ojalá que digamos como el salmista, " alaben al Señor que sana los corazones destrozados"
        
         Hasta la próxima.

         Paco Mira

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