Escribe Paco Mira
¿CÓMO TENEMOS
EL CORAZÓN?
No vamos a dar una charlita de cardiología, ni mucho menos.
Entre otras cosas porque no entiendo y segundo porque no soy la persona más
adecuada como para ello. Pero lo que creo que todos tenemos claro es que
tenemos que cuidar ese músculo que en la medida en que evolucione bien, nuestra
vida mejorará una barbaridad. Tenemos claro que en la medida en que no lo
forcemos hacia el lado negativo de la vida, seguro que nos hará sentirnos mucho
mejor y eso se reflejará en el rostro de todos y cada uno de nosotros. Es más,
hay una frase que dice que de la abundancia del alma, habla la boca y yo diría
que de la abundancia del corazón, habla el rostro, la boca y todos los
sentidos.
Esta semana que termina, hemos visto de nuevo como la gente
con un corazón nada esponjoso ponía a prueba la paciencia y el buen hacer del
mundo entero. Esta semana que termina volvíamos de nuevo a tener el corazón en
un puño ante la amenaza de quien habla en nombre de Dios, aunque a este no le
demos siempre el mismo nombre. Esta semana, alguien oculto, cara y cuerpo
tapados, nos volvía a amenazar, cuchillo en mano, y nos daba a entender que la
vida para algunos es algo que vale un simple tajo en el cuello.
Las lecturas de este fin de semana, más en concreto el salmo
(nº 94), nos va a invitar a repetir: "ojalá
escuchen hoy su voz. No endurezcan el corazón". Me da la impresión de
que algunos tienen que ir al otorrino, puesto que hablamos y oímos con una
facilidad espantosa y al final metemos la pata de mala manera. Me da la
impresión de que algunos oyen a Dios en cualquier lugar y en cualquier
espacio.... y creo que se equivocan. Muchos quieren oir y escuchar la voz de
Dios en el filo de una navaja o en la transacción de una vida humana y... se
equivocan. El evangelio de este fin de semana, nos recuerda que Jesús expulsa
demonios. Es que el mensaje de Jesús, no es compatible con otros mensajes, y
con otras actividades por eso se expulsa.
El salmo 94 es claro: si tenemos un corazón abierto,
esponjoso, cuidado, mimado desde el amor.... escuchamos la voz de Dios. Un Dios
que nos quiere y nos ama y un Dios que nunca nos va a animar en su nombre a
quitarle a vida a un hermano o a negociar desde el temor. La voz de Dios es la
voz que clama con y en favor del débil.
Como diría mi hermano Santiago Agrelo, :"quien degüella a seres humanos como corderos
de sacrificio, lo hace en nombre de una voz interna y egoísta; quien tiraniza a
los pobres y cierra los caminos del pan, lo hace en nombre de la voz egoísta;
quien convierte a los seres humanos en bienes de consumo, lo hace en nombre de
la voz egoísta; quienes destruyen con la especulación la economía de un país, o
roba con tarjetas que no le corresponde, habla en nombre de la voz egoísta....
Todos han escuchado la voz, pero no la voz de Dios, por eso tienen los
corazones duros como piedras".
Me
gustaría volver la mirada hacia María, nuestra madre, que en esta semana que
comienza la contemplaremos como Nuestra Señora de la Candelaria. La
contemplamos como la que nos alumbra en un camino que no es nada fácil, la que
nos alumbra en un camino lleno de oscuridades y de sombras en el corazón de
muchas personas. Ojalá nos fijemos en María, como la sinceridad de una madre
que siempre quiere lo mejor para sus hijos. Contemplemos a María que presenta a
su hijo al templo, al lugar de reunión por excelencia. Contemplemos a María, la
que tiene un corazón esponjoso, y la que escucha la voz del Dios verdadero.
La autoridad con la que enseña Jesús en el templo, como se
recoge en el evangelio de este domingo, es la autoridad de ser sensibles a los
problemas de los hermanos; a ser capaces de captar las situaciones de cierto
deterioro, del mal que les aflige y destruye y ser capaces de poner remedio.
Ojalá la autoridad no sea la del cuchillo, sino la del servicio y de la
liberación
Hasta la próxima.
Paco Mira
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