Carta al Viento
Criticar con chispa
El
año pasado tuve la suerte de formar parte del jurado del Concurso de Murgas en
Agüimes. Disfruté de lo lindo. Las letras tenían chispa y hacían reír aunque se metieran con temas que
a uno le afectan personalmente. No me molesta que se metan con la Iglesia, con
mi pueblo, con mi forma de pensar, con mi equipo, con mis amigos, siempre que se haga con finura. Ahí está la
dificultad. No todo el mundo sabe hacerlo. No todo el mundo tiene el estilo y la
gracia de Los Serenquenquenes o Las Charanguillas. Ojalá. Y digo esto porque compruebo que en algunas
agrupaciones murgueras no aparece por ningún lado el humor ni la ironía ni el doble sentido ni la gracia. Les
falta chispa. Criticar diciendo la palabra más gruesa e insultante no tiene
valor ninguno. Para eso no es necesario subirse a un escenario. Groserías sin
estilo podemos escuchar en la calle o en
el bar. Es bueno y justo y necesario
criticar a las instituciones. Pero si lo hace una murga debe hacerlo con elegancia y con humor. Para eso son las
murgas, supongo. Pero hay algunas a las que falta esa chispa.
También
la Iglesia, esta Iglesia a la que quiero y de la que formo parte, está sin
chispa. Al menos eso dice Donina Romero en un artículo reciente publicado en La
Provincia. Y tiene más razón que un santo. Que una santa. Donina podría haberse
desbocado diciendo que la Iglesia es una
institución dormida, herrumbrosa, apática, intransigente, aburrida, con curas
cómodos, almidonados, secos, desinteresados, faltos de creatividad. Podría
haberlo dicho…y lo dice. Lo que pasa es que la autora del artículo critica
todas esas cosas con dolor y cariño porque ella lo sufre en su propia carne y
siente esos fallos de la institución católica.
Ahí está la diferencia. Criticar lo que
no se quiere resulta un ejercicio fácil. Que los partidos políticos se
critiquen entre sí es lo normal. Hay que tumbar al otro para ponerme yo. Por
eso es más valiosa y necesaria la
autocrítica. O la crítica clara, y a ser posible objetiva. La mejor crítica es
la que duele a quien la hace y cuesta
manifestar. La articulista citada estoy seguro que ha sufrido para decir lo que
pensaba y lo que le dolía. Porque su objetivo no es hacer daño sino intentar que
se cambie lo que está mal. Dentro de la
Iglesia necesitamos criticarnos más y sacar esa chispa que nos falta. Aunque es verdad que no se puede generalizar
y que hay parroquias con vidilla. Y
curas que están dando el callo en situaciones nada fáciles. Y
comunidades cristianas muy comprometidas. Es cierto también que es muy escaso
el número de sacerdotes. Con todo, coincido con Donina en que hay que ponerse
las pilas. Que la Iglesia tiene que rejuvenecerse. Y que no podemos seguir
encerrados en los templos llorando la
ausencia de la juventud. Hay que inventar y estar más en la calle, y derrochar
más amabilidad y comprensión y escucha.
Todo, para que a la Iglesia no le falte chispa. Como, por desgracia, le ocurre a algunas murgas de Las Palmas de Gran Canaria.
Todo, para que a la Iglesia no le falte chispa. Como, por desgracia, le ocurre a algunas murgas de Las Palmas de Gran Canaria.
Post
Data:
El
pueblo de Ingenio celebra estos días las fiestas en honor a su patrona la
Candelaria. La imagen de la Virgen cumple 222 años. Y la Parroquia está celebrando
los 200 años de su creación. Es buen
momento para iniciar
una nueva etapa en la que los laicos y los curas intenten una parroquia cada vez más viva. Y con más
chispa.
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