Carta
a los jóvenes
recién confirmados
Javier Álvarez, Alejandro Barriga, Tatiana
Crespo, Sarah García, María Giménez, Idayra López, Nerea Naranjo, Idayra
Ortega, Cynthia Pérez, Yudith Pérez, Raúl Ramírez y Xiomara Ramos
El pasado domingo un grupo de
jóvenes recibieron el sacramento de la confirmación. Pensando en ellos y en todos los jóvenes de
cualquier lugar que se han confirmado, les he escrito esta carta que comparto
con ustedes.
Queridos
jóvenes amigos:
Estoy contento, muy contento. Les he visto radiantes de alegría y
entusiasmados. Les he visto con ganas de seguir creciendo en valores. Ustedes me
han transmitido ilusión. He escuchado sus ganas de hacer el bien y trabajar por
los demás. Y su descontento con muchas
cosas de esta sociedad y de esta Iglesia. Veo que no se conforman con hablar o
quejarse. Quieren implicarse en hacer un mundo algo mejor. Porque, con sus
apenas 17 o 18 años, perciben que nuestra Iglesia necesita un espíritu más alegre y más joven. Y un
compromiso valiente por los demás.
He estado con cada uno de ustedes y he disfrutado escuchándoles. Hemos
hablado y reído juntos y hemos soñado con ese camino que continúa después que
uno se confirma. Para muchos, para la
mayoría, la confirmación suele ser la meta de un camino. En ustedes creo que
no. Espero que no. Han tenido unos catequistas que, sobre todo con su ejemplo,
les han animado a continuar.
Cuando les escuchaba en esas entrevistas personales, sentía una gran satisfacción porque veo que han
crecido en madurez y en responsabilidad. Ustedes me han ayudado con su espíritu
abierto, su espontaneidad y su alegría.
Quiero animarles a seguir así y a ser fieles a su decisión. Es
costoso. Van a encontrar muchas dificultades.
Muchas voces que se dicen amigas les dirán que todo esto de la Iglesia y
los sacramentos es una tontería, algo pasado de moda. Cuenten con eso. Pero recuerden
que el proyecto de Jesús, a quien estamos siguiendo, lo que intenta es transformar nuestra
sociedad. Hacerla más buena y más feliz. Y el Señor cuenta con ustedes para hacerlo
realidad. ¿Cómo? Haciendo esas pequeñas cosas que ustedes ya hacen o quieren
hacer: ser amables con toda la gente, sonreír, perdonar, ayudar a los niños,
denunciar las injusticias, ser responsables.
Pero comprendo que ustedes son aún muy jóvenes. Y que también
necesitan tiempo para estudiar y para divertirse y escuchar música y pasarse cinco
horas hablando y gastando bromas a los
amigos. También eso es necesario. Lo que pasa es que a veces, ni los jóvenes ni
los mayores, planificamos bien nuestro tiempo. Y escuchamos con pena a personas
que dicen que no tienen tiempo para
estar un rato con su abuela ya mayor. O
que consideran una pérdida de
tiempo reunirse o participar en la eucaristía. O que quieren vivir su vida
cristiana por su cuenta, a su aire. Es
que no han entendido que nadie puede ser jugador de la Unión Deportiva Las
Palmas a su bola, sin ir a los entrenamientos ni respetar las normas. Y que ser
cristiano es también cosa de equipo. Y que todos necesitamos de alguien que nos entrene y
nos anime. Y que descubra nuestros valores
y corrija los errores.
No, amigos. No me gustaría que se estamparan porque piensan que ya se
puede andar solo. Siempre necesitamos, también yo, de alguien que nos acompañe. Y necesitamos de la
oración. Y beber el agua clara del evangelio. Porque si nos falta eso, nuestra
fe, aunque esté confirmada, se marchita.
Queridos jóvenes amigos: La parroquia necesita de ustedes. La Iglesia
necesita de ustedes. El mundo necesita de ustedes. Tengo la esperanza de que
este acontecimiento que celebraron hace muy poco dará mucho fruto. Que ustedes
se dejarán guiar por el Espíritu de Dios que ya recibieron. Gracias por la
disponibilidad y por la valentía que supone haber dado ese sí a Dios y la
comunidad. Y gracias por todos esos momentos compartidos en la parroquia y que
necesitamos seguir compartiendo. Dios siga bendiciendo todo lo bueno que ya
están viviendo. Suso.
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