El Sínodo reclama
"nuevos caminos pastorales" para la comunión de los divorciados
vueltos a casar.
"Los homosexuales tienen
dones y cualidades para ofrecer a la comunidad cristiana", subraya el
documento resumen.ínodo
El Sínodo de Obispos reconoce la "urgencia de nuevos caminos pastorales" para las
"familias heridas" (separados, divorciados vueltos
a casar), que no estén basadas en "soluciones únicas" o inspiradas en la
lógica del "todo o nada". Entre ellas, la de la posibilidad del acceso a la comunión de los que se casan
por lo civil tras el fracaso de su primer matrimonio. Este ha sido uno de los temas
abordados con mayor profusión en la "Relatio post disceptationem", que ha presentado el
cardenal Peter Ërdo.
Por otro lado, el
documento expuesto por el cardenal Erdö da cuenta de que se debe considerar
"la posibilidad de dar relevancia a la fe de los novios en orden a la
validez del sacramento del matrimonio". Sobre todo se ha destacado que
"en todos los casos se trata de establecer la verdad sobre la validez del
vínculo".
Además, el documento afirma que la
comunidad local y los pastores "deben acompañar" a las personas
divorciadas pero no vueltas a casar "con preocupación", sobre todo
cuando hay hijos o es grave su situación de pobreza. Sobre las situaciones de
los divorciados vueltos a casar se ha puesto sobre la mesa la necesidad de
"un discernimiento atento y un acompañamiento lleno de respeto,
evitando cualquier lenguaje o actitud que les haga sentir discriminados".
El documento expresa que
hacerse cargo de estas personas "no supone para la comunidad cristiana un
debilitamiento de la fe y del testimonio de la indisolubilidad matrimonial,
sino que expresa su caridad con este cuidado".
Con respecto a la posibilidad de acceder a
los sacramentos de la Penitencia y de la Eucarística, algunos han argumentado a
favor de la disciplina actual en virtud de su "fundamento teológico",
otros han optado por una mayor apertura a
las condiciones bien precisas cuando se trata de situaciones que no pueden ser
disueltas sin determinar nuevas injusticias y sufrimientos.
En este sentido, el documento expuesto por
el cardenal Erdö informa de que para algunos padres sinodales el eventual
acceso a los sacramentos debe ir precedido de "un camino
penitencial -bajo la responsabilidad del obispo diocesano-, y
con un compromiso claro a favor de los hijos".
Esto se trataría de una posibilidad
"no generalizada, fruto de un discernimiento actuado caso por
caso, según una ley de la gradualidad, que tenga presente la
distinción entre el estado de pecado, estado de gracia y circunstancias
atenuantes".
El documento plantea la clara necesidad de
opciones pastorales valientes para sanar a las familias heridas, entre ellas
los separados, los divorciados no vueltos a casar o vueltos a casar. En este
sentido, los Padres sinodales, han advertido de "la urgencia de nuevos caminos
pastorales", que partan de la realidad efectiva de "las
fragilidades familiares", reconociendo que estas situaciones no
se eligen la mayor parte de las veces, sino que solo se sufren. Se ha puesto de
manifiesto que no es sabio pensar en "soluciones únicas" o inspiradas
en la lógica del "todo o nada".
Además, se ha resaltado la necesidad de
que el diálogo y el debate vividos en el Sínodo
continúen en las Iglesias locales al tiempo que se ha subrayado que las
familias católicas están llamadas a ser en sí mismas los "sujetos activos
de toda la pastoral familiar".
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