Escribe Paco Mira en
las vísperas del día del Pino
MADRE SOLO HAY UNA
A
veces los tópicos, las frases hechas… dicen verdades tan evidentes que no
tendría sentido ni escribirlas. Pero esas frases, a veces también, indican una
verdad que es necesario recalcar. Madre no hay más que una y esto no hace falta
aprenderlo en la escuela, sino que la biología te lo confirma sin necesidad de
verificación, ni de pin alternativo que garantice la fiabilidad de la
afirmación.
Es más. Creo que cualquier definición que se haga de una
madre siempre será poca, y cada uno hablará de la suya como de la mejor del
mundo y les puedo decir que es verdad. Madre sólo hay una y es la mejor, aunque
reconozcamos que hay otras que también son buenas. Es por ello que, por ser buena, por darnos la posibilidad de
abrir los ojos todos los días, por habernos formado para tener la capacidad de
tener sentimientos, de reir, de llorar, de abrazar, de acompañar, …es por
ello que se merece o debiera merecer la
admiración y el respeto de todos y cada uno de nosotros.
A nivel de fe, creo que pasa lo mismo. Me da la impresión que
María, en todas sus advocaciones, tiene un montón de seguidores, de
admiradores… que a veces se quedan en lo anecdótico y festivo recuerdo de un
día en el año, pero que el resto de los meses como no nos acordamos de ello.
Nuestra Madre no ha sido nada más que un vehículo, que por amor, ha puesto
nombre y apellidos a cada uno de nosotros, para que dentro de la historia
podamos escribir nuestra propia página.
María, la de Nazaret, la que titubeó cuando el ángel la llamó
por su nombre porque era la elegida, también ha sido y es un vehículo de
transmisión de vida en la figura de su hijo Jesús. Si no fuera por María, por
su embarazo, quizás no estaríamos dando con la clave existencial del cristiano.
María, como nuestra madre, es la que supo (y sabe) estar en el segundo plano,
para no restar protagonismo al actor principal.
Nuestra madre es la que se desvela por nosotros, la que no
duerme mientras no se cierra la puerta, la que corre cuando el apartado
académico no responde a lo que se esperaba… pero es la que nunca deja de
abrazar, de mimar, de besar… lo que ha sido capaz de engendrar y de parir.
Muchos subiremos a Teror o bajaremos a Arinaga. No querramos
a María solo el día de su cumpleaños. Es muy fácil felicitarla, regalarle,
darle un beso… en un día señalado. Pero el año tiene más días. No nos quedemos
con el ruido de los voladores, sino con la estela que marca su explosión. No
nos quedemos solo con el traje de la fiesta, seamos capaces de reconocer el
valor de una madre, de nuestra Madre María más allá de las romerías y de las
caminatas.
Seamos con María lo suficientemente sinceros como lo somos
con nuestra madre biológica. María nos marca el camino, la estela de su hijo,
de nuestro hermano. No aprovechemos su invitación de acogimiento para hacer de
la fiesta algo que no se parece a lo religioso. No aprovechemos lo religioso,
para justificar actitudes que a una madre no le gusta. Seamos capaces de ir a
María desde la humildad de un hijo necesitado de ayuda, de ser escuchado, de
ser abrazado, de ser, por qué no, reprendido… María siempre nos hablará desde
el amor al corazón, a nuestro corazón.
Ojalá que a Nuestra Señora del Pino, en su cumpleaños, la
felicitemos desde la sinceridad de nuestro corazón. Que nosotros como hermanos
seamos capaces de cumplir el evangelio de este domingo y que podamos
reprendernos, corregirnos, desde el amor. Miremos al espejo y veamos a Maria.
Hasta
la próxima
Paco Mira
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