CARTA AL VIENTO
Mis recuerdos
de
Ramón Echarren
Ramón Echarren

Ramón
Echarren, obispo de Canarias durante 27 años, ha fallecido. Y ahora, claro, se amontonan los recuerdos.
Como ocurre siempre, gracias a Dios, en estos momentos olvidamos lo malo y
recordamos al Ramón Echarren bueno, sonriente, cercano, defensor de los pobres. Ramón , como a él le gustaba que le
llamáramos (“llámame de tú”) tuvo siempre palabras amables para conmigo,
incluso cuando estábamos en desacuerdo. Al llegar como obispo de Canarias, en
1978, estaba yo de párroco en Tías (Lanzarote). Me visitó una tarde y pasamos
un rato agradable viendo y comentando
con humor algunos apuntes de los libros
del Archivo parroquial, donde también dejó escritas sus impresiones. Nos
tomamos un café y le enseñé la casa que
un grupo de chicas de la parroquia tenían limpia como los chorros del oro. Al
final vio el pequeño patio y se sorprendió al ver quince macetas, todas con la
misma planta. Me preguntó y le dije que era marihuana. Me miró con incredulidad,
hasta que le expliqué por qué estaban allí. Una joven amiga que vivía en Puerto
del Carmen me había dicho que en el
jardín de su casa, a la orilla de la carretera,
tenía varias plantas para ella consumir. Y yo, muy intrépido por eso de
la juventud, le dije que pasaría por su casa y se las quitaría pues se estaba
arriesgando por consumir y por tenerlas a la vista. Efectivamente pasé una
tarde delante de su casa y me las traje
a la parroquia con la idea de
quemarlas. Al obispo le hizo mucha
gracia. Tanto, que cada vez que me veía, hasta hace dos años en la catedral, me
recordaba siempre: ¿cómo va la “plantación”?
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Ramón Echarren José Ramírez y Jesús Vega en Vecindario |
Ese mismo
año el obispo me dijo que quería que dejara Lanzarote y me fuera de formador al
seminario Menor en Gran Canaria. Le pedí por todos los medios que me dejara
allí. Que yo quería ser párroco y no formador de seminaristas. Pero él era muy
testarudo. A todas mis argumentaciones él replicaba que veía claro que yo
reunía las cualidades para trabajar con adolescentes y que le hacía falta. Por
supuesto lo consiguió aunque me costó un
tremendo disgusto.
Ya
estando en Gran Canaria me preguntaba con frecuencia si estaba contento en el
Seminario. Mi respuesta fue siempre que sí, pero que mi verdadera vocación era la de estar en una
parroquia. Por eso a los tres años de
estar de formador me envió a Vecindario. Allí lo invitaba cada año a tener un
diálogo abierto con toda la gente. Ramón Echarren era muy espontáneo y
respondía a todas las preguntas que le hicieran. Lo hacía con sinceridad. Por
eso más de una vez sus palabras, acertadas o no, sirvieron de titular de
portada en los periódicos de la isla y
de la península. En una ocasión, a
partir de unas preguntas que le hicieron en el salón parroquial de Vecindario, se enfadó mucho cuando vio lo que un
periodista escribió en Diario de Las Palmas.
Cuando Ramón
Echarren llegaba a una parroquia lo primero que preguntaba al párroco era si en
aquella comunidad había grupo de Cáritas. Una parroquia sin Cáritas, solía
decir, es una mesa a la que le falta la pata principal. Y cuando le decíamos
que había dieciocho catequistas y sólo cuatro voluntarios de Cáritas nos exigía
trabajar para al menos eqiuparar el número entre un grupo y otro.
Guardo
muchas cartas personales de Ramón Echarren. Siendo yo párroco de Tamaraceite le
escribí en bastantes ocasiones: para contarle
la situación del barrio y la parroquia, para solicitarle que todavía no
me cambiara a otro lugar como ya se me
había anunciado, en relación al uso del “ustedes” en la celebración de la misa,
etc. Don Ramón tenía la virtud de
contestar todas las cartas y de forma rápida. Su Vicario Isidoro me había comentado que el
mejor modo de comunicarse con Ramón Echarren, para centrar el tema era hacerlo
por escrito. Y por eso siempre lo hacía así.
Este
obispo al que hoy despedimos fue también un ejemplo de hombre de oración. Era
normal encontrarlo en cualquier lugar
leyendo y rezando la Liturgia de las Horas. Su valentía y su defensa de los más
necesitados eran actitudes nacidas con la meditación diaria del evangelio.
Ramón se
dejó querer y los canarios nos encariñamos con él. Vivió pobre por propia
voluntad. Y, hasta en sus últimos años, se rodeó de gente buena y sencilla como
Tere y Paco Millares que le trataron como a un abuelo. Gracias, Ramón por el
trozo de camino que hemos andado juntos. Gracias por lo que nos han enseñado
con tu vida y tu palabra. Seguramente,
si lees desde el cielo esta carta me vas a preguntar otra vez.
-Suso,
¿cómo va la “plantación”?
-Tranquilo,
obispo, que todo aquello se quemó. Y que la chica de Puerto del Carmen hace
tiempo que dejó de fumar “esas cosas”. Bendícenos. Que nuestra Diócesis siga
creciendo en caridad, trabajando por la justicia, ahora de la mano del obispo
Francisco con quien tú has sabido convivir sin interferir para nada en sus
decisiones. ¡Eres un ejemplo, querido Ramón Echarren!
Gracias.
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