SER PÁRROCO DE VERDAD
Bueno, no es que me sienta párroco “de
mentiritas”. Pero ser cura párroco en una comunidad no consiste simplemente en
celebrar la misa o conseguir que los niños tengan catequesis. Es mucho más.
Desde hace unos días vengo planteándome
mi futuro en estas parroquias de Arinaga y Cruce de Arinaga. Porque llevo más
de cuatro meses sin una actividad pastoral continuada. Y no puede ser que un
pastor se siga considerando tal si hace cuatro meses que no comparte vida con
sus ovejas.
No estoy contento con la solución actual
que se está dando a la parroquia. La comunidad no está atendida porque haya
misa cada semana y se sigan bautizando a los niños y contrayendo matrimonio las
parejas que lo solicitan. No es suficiente.
Ser cura en una parroquia exige
presencia, cercanía, tiempo para el diálogo y la escucha, vivir y compartir la vida … Es verdad
que puede haber momentos de excepción.
Pero estos momentos no deben extenderse en exceso.
Yo no sé cuándo podré estar de nuevo al
frente de estas parroquias. Por eso creo que, aunque sea de forma provisional,
hay que buscar una respuesta más eficaz.
-No basta que el fin de semana venga un
cura, celebre la misa y se marche. La comunidad quiere identificar al
sacerdote, sentirlo cercano, amigo, poder acercarse a él para hablar o consultar
o sugerir…. Si cada semana viene un cura diferente no hay posibilidad de esa
necesaria comunicación entre la comunidad cristiana y el sacerdote.
-No basta que, cuando muere una persona,
el cura vecino acuda a celebrar la Palabra o la eucaristía. Ya es mérito por
parte del sacerdote que se ofrece a hacer ese servicio. Pero se necesita algo
más. La presencia en el velatorio, el diálogo con la familia, la cercanía.
Por todo esto, y en vistas al futuro,
creo que hay que hacer algo más para que nuestras parroquias no se sientan “huérfanas”.
Se me ocurren algunas sugerencias. Pero
esas se las comentaré a nuestro obispo Francisco aprovechando la visita que nos
hará este viernes.
Sugerencias porque quiero que estas parroquias tengan...un párroco de verdad.
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