viernes, 4 de abril de 2014

¡CUÁNTOS LÁZAROS DE LA VIDA!


Escribe Paco Mira:

¡CUÁNTOS LÁZAROS DE LA VIDA!

            Les confieso que este fin de semana, las lecturas, el evangelio… invitan a la vida, pero es muy complicado compartir la muerte. Complicado porque los misterios, cuando se quieren explicar, no encuentran la racionalidad como para ello. Es, por ello, que no es fácil. Sin embargo ante ese misterio, ante los amigos de Betania, me gustaría compartir con Uds.  Lo que uno siente.

            Hace ya unos cuantos años, cuando uno aterrizó por estas maravillosas tierras, por estas islas afortunadas, un amigo, una vez a la semana, me llevaba a comer a casa de una amiga común. Siempre estaré agradecido al amigo primero y a la amiga porque me acogió y por lo menos una vez a la semana uno empezaba a degustar el famoso potaje canario. Con el paso del tiempo, uno no se ha olvidado de ellos, pero quizás he pecado (ahora es cuaresma y me confieso) de no atender, saludar, llamar,…. Al menos a uno de los dos.

            Los amigos, los que realmente son amigos, creo, que no basta con tenerlos presentes. Eso es muy fácil y no cuesta nada. Los amigos hay que cuidarlos, quererlos y yo diría… hasta mimarlos, incluso aunque notemos, pensemos, creamos… que no hay correspondencia por la otra parte. Porque si no nos podría pasar como a los amigos de Betania.

            Llorar es bueno. Llorar es aflorar sentimientos. Llorar es una forma de comunicación. Jesús lloró. Y lloró porque es bueno hacerlo, porque quiso que afloraran sentimientos, porque quiso expresar y comunicar lo que sentía. Pero es curioso, que no quiso llorar y comunicar con los difuntos. No quiso llorar con quien no tiene la posibilidad de disfrutar de la vida. Por eso y con urgencia llama a la vida. Le dice a Lázaro que no siga en la situación en la que está.

            ¡Cuántos Lázaros de la vida! ¡Cuántos se aferrar más a la muerte que a la vida! ¡Cuántos se olvidan de lo bello, de lo maravilloso que es poder disfrutar lo que nos ofrece nuestro Padre! El evangelio de este fin de semana, por contradictorio que parezca es una invitación a la vida, a vivir, a disfrutar. Es una invitación a no angustiarnos con cosas que poco a poco nos van matando.

            Déjenme que recuerde desde aquí a todas las Martas y a todas las Marías de la vida que nos piden con urgencia que si hubiésemos estado donde debiéramos, quizás no sucederían muchas situaciones de muerte. El cristiano no solamente es el que tiene que tener situaciones de vida, sino el que tiene que ayudar a conseguirlas. La vida, nuestra vida nos oferta todos los días situaciones de ese tipo; situaciones en las que tenemos que insuflar vida, porque nosotros la tenemos. Situaciones en las que tenemos que ser Martas y Marías de la vida.

            Lázaro es el prototipo de la vida. Lázaro es el prototipo que nos invita que tenemos que estar en el momento y en la situación adecuada. Lázaro es el amigo que nos tiende la mano y que no quiere que estemos en la oscuridad y en la penumbra.

            Amigos, disfrutemos de los amigos. Disfrutemos de las situaciones que nos hacen felices; disfrutemos de los momentos oportunos en lugares adecuados. En definitiva, disfrutemos de la vida. La vida nos pone a prueba. Pruebas que tenemos que superar, obstáculos que tenemos que saltar, pero esa es la grandeza de la misma. En esta cuaresma miremos a nuestro interior y a nuestro alrededor y procuremos ser felices en la medida de lo posible.

            Pero también, a ese Dios de la vida quiero gritarle como el autor del Salmo 129: desde lo hondo a ti grito, Señor. ¡Por favor! Escucha mi voz. Que nuestro grito a Dios sea para los más necesitados, para aquellos que no acaban de ver claro el futuro y se ven como Lázaros de la vida. Estoy seguro que Dios tiene los oídos atentos a la voz de nuestra súplica y plegaria.

            Una semana más vaya desde aquí, mi aire y aliento de ánimo para Suso. El está viviendo su particular cuaresma, pero seguro que, como Lázaro, se agarrará a la vida, para seguir dándola. Ánimo.

Hasta la próxima.


            Paco Mira.

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