Escribe Paco Mira:
DE LA CANDELARIA
Y DE SAN BLAS
Vaya por delante mi felicitación a los habitantes de Ingenio. Me
gustaría que se devanasen los sesos para averiguar el gentilicio del pueblo.
Este fin de semana se nos vuelven a poner delante de nosotros acontecimientos
que entiendo que son como señales que nos marcan un camino, que casi a finales
de la semana pasada ya estaban marcados. Allá por el año 48, del siglo pasado,
un tal Gandhi nos dejaba físicamente para siempre, sin embargo el recuerdo y la
memoria quedarán grabados en la mente de muchos que han conseguido, con su
método, causas justas para humanidad. La no violencia es signo de que existen
vías y caminos de no imposición sino de compartir cosas por la vía del diálogo.
Bonito ejemplo.
Este fin de semana, Jesús se presenta en
el templo. Pero se presenta no como quien impone esa presencia. Será el anciano
Simeón, que viendo la realidad del que tenía en sus manos, proclamará que puede
dejar a su siervo irse en paz. Todo ello teniendo una testigo de excepción como
es María. María es la candela que va delante. María es la luz que ilumina los
primeros y últimos pasos de su hijo. María es la que hace sombra con la Luz de
su hijo. Una madre siempre es la que guía, la que ilumina los pasos de los
retoños. Por eso hay que hacer fiesta y esta de la luz.
Quizás tengamos que preguntarnos si
nosotros somos capaces de hacer sombra de la luz con mayúsculas, o por el
contrario, somos de los que apagamos la luz, porque nos molesta, nos estorba.
Quizás sea una luz que no alumbre demasiado y sin embargo la luz de una madre
es una luz que quizás no deslumbre, pero sí es una luz que nunca se apaga y que
sin querer queriendo la tenemos siempre al alcance de la mano.
Nuestra Señora de las Candelas, de la
Candelaria, es la que también alumbra en los tiempos que corremos, a todos
aquellos que se inclinan por la vida religiosa o consagrada. Aquellos que
deciden entregar sus veinticuatro horas diarias a los demás.
Y en medio de todo ello, nuestro Blas.
Sí, Blas el del cordón. Un hombre que a pesar de los suplicios nunca renegó de
su fe, al contrario los suplicios le hicieron más fuerte y camino del patíbulo
todavía tuvo tiempo de ayudar a quien lo necesitaba, como era un niño. Me da la
impresión de que a veces utilizamos a los santos como intercambios mágicos en
nuestro propio beneficio. No es malo el cordón. No es malo llevarlo al cuello
como el que lleva una cruz o un rosario. Me gustaría que los símbolos sean
imagen de aquello que sentimos y por eso lo llevamos. Que la cruz no sea un
peso que nos haga agachar la cabeza; que el rosario no sea el recordatorio de una repetición monótona pero que no
sabemos cuál es el sentido. Que el cordón que nos ponemos al cuello signifique
y nos recuerde de quien da su vida por el testimonio de Cristo.
No llevemos el cordón como el paracetamol
que nos cura los dolores de cabeza cuando esta nos duela y cuando este pasa no
nos acordamos más de ello. Reconozcamos el valor y el coraje de los que nos han
precedido en el camino de la vida. Seamos luz, como María, en un mundo de
sombras, en un mundo donde el ánimo está de capa caída y donde parece que la
esperanza se ha perdido. Blas se acordó de María y por ello entregó su vida.
Ojalá que nosotros también entreguemos
nuestra vida a favor de los demás y que seamos luz en tiempos de cierta
dificultad.
Déjenme terminar con un recuerdo de
felicitación a nuestros hermanos de Tenerife, de Ingenio y Moya y Tías de
Lanzarote y La Oliva y Gran Tarajal en Fuerteventura que también celebran su
santa patrona.
Hasta la próxima
Paco Mira
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