Escribe Paco Mira:
LAS
CADENAS DE WHATSAPP Y LA
INFANCIA MISIONERA
Les confieso que uno, a veces, no se puede
resistir a las nuevas tecnologías. ¡Cuantas veces uno dice que no quiere entrar
en esa dinámica! Y sin embargo no le queda más remedio que unirse a esa
cantidad de gente que con los móviles hace virguerías. En el fondo y casi sin
querer la sociedad, nuestra querida sociedad, nos empuja, a veces, a dónde ella quiere.
Pero visto desde el lado positivo,
no nos queda otra. Las nuevas tecnologías nos ponen a la altura de la mano todo
aquello que al hombre le hace falta e incluso más si cabe. Desde la lectura de
un simple periódico, hasta la compra del super, pasando por aquella entrada de
un espectáculo que llevo tiempo que quería ver. Es la comodidad que nos oferta
esta sociedad que sin embargo con otros se comporta de una manera cruel e
incluso sanguinaria.
Los whass nos permiten codearnos con
cualquiera en el mundo, sin necesidad de mojarnos cuando llueve; nos permiten
hablar con cualquiera independientemente de dónde se encuentre aquella persona
con la que quiero comunicarme. Los whass nos permite enviar no sólo un saludo
de afecto, sino el último chiste que nos han contado, el último video grabado
(incluso los más desagradables), o la última fotografía graciosa de la nieta en
el baile, del abuelo jugando a las cartas o del padre con la ropa del tenis y
echando una partida.
Pero los whass también desarrollan
una faceta que nos enganchan. Esa faceta que yo la llamo por si acaso. Es la faceta del que te envía algo y luego dice
reenvíalo como mínimo a siete personas y verás en poco tiempo como notas el
cambio. La gente, curiosamente, dice que no cree, pero por si acaso lo reenvío. Si
me llegan a decir que lo reenvíe a ciento veintisiete personas, tendría que
cargar el móvil de nuevo. Ponemos nuestra carne en el asador por ese reenvío.
Este fin de semana se celebra el día
de la infancia misionera. Es decir, los niños pueden ser misioneros para otros
niños. Se puede hacer también una cadena, como los whass, para que los más
pequeños puedan alentar a los demás. A nuestros hijos, con el móvil, no les
hemos enseñado mucho. Es como si ellos hubiesen nacido con las nuevas
tecnologías aprendidas; sin embargo a ser misioneros les cuesta. Quizás porque
nosotros no le mandamos una cadena de whass en la que diga que Jesús merece la
pena y que se lo pasemos a unos cuantos más y que verán muy pronto la
diferencia.
Lo más probable es que nuestros hijos,
los más pequeños, nos vean todo el día con el móvil en la mano reenviando
cosas, llamando a nuestros clientes por motivos de trabajo, pasando el rato con
un video juego que me he bajado… pero lo más seguro es que no nos ven con
frecuencia paseando en casa, o sentados en el sofá con la biblia en la mano y
leyendo algún capítulo que nos pueda resultar interesante. Porque sin duda
ellos comienzan haciendo lo que nos ven hacer a nosotros.
La infancia misionera nos tiene que
hacer resonar en nuestro interior que hay algo que no nos encaja. Que hoy el
evangelio nos habla de conversión y al mismo tiempo de llamada y que tal y como
está la nueva telefonía de la vida puede ser que no nos haga falta el whass.
Ayudemos a los más pequeños a que sirvan de ejemplo a sus congéneres, pero que
sea un ejemplo que ellos aprenden de nosotros. Que nosotros seamos el mejor
ejemplo para ellos y seguro que nos reenviarán un montón de gracias, de besos…
y en el día de mañana no habrá que celebrar lo que no sentimos.
Hasta la próxima
Paco Mira
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