viernes, 24 de enero de 2014

Escribe Paco Mira: LAS CADENAS DE WHATSAPP Y LA INFANCIA MISIONERA


Escribe Paco Mira: 

LAS CADENAS DE WHATSAPP Y LA 

INFANCIA MISIONERA

             Les confieso que uno, a veces, no se puede resistir a las nuevas tecnologías. ¡Cuantas veces uno dice que no quiere entrar en esa dinámica! Y sin embargo no le queda más remedio que unirse a esa cantidad de gente que con los móviles hace virguerías. En el fondo y casi sin querer la sociedad, nuestra querida sociedad, nos empuja, a veces,  a dónde ella quiere.
            Pero visto desde el lado positivo, no nos queda otra. Las nuevas tecnologías nos ponen a la altura de la mano todo aquello que al hombre le hace falta e incluso más si cabe. Desde la lectura de un simple periódico, hasta la compra del super, pasando por aquella entrada de un espectáculo que llevo tiempo que quería ver. Es la comodidad que nos oferta esta sociedad que sin embargo con otros se comporta de una manera cruel e incluso sanguinaria.
            Los whass nos permiten codearnos con cualquiera en el mundo, sin necesidad de mojarnos cuando llueve; nos permiten hablar con cualquiera independientemente de dónde se encuentre aquella persona con la que quiero comunicarme. Los whass nos permite enviar no sólo un saludo de afecto, sino el último chiste que nos han contado, el último video grabado (incluso los más desagradables), o la última fotografía graciosa de la nieta en el baile, del abuelo jugando a las cartas o del padre con la ropa del tenis y echando una partida.
            Pero los whass también desarrollan una faceta que nos enganchan. Esa faceta que yo la llamo por si acaso. Es la faceta del que te envía algo y luego dice reenvíalo como mínimo a siete personas y verás en poco tiempo como notas el cambio. La gente, curiosamente, dice que no cree, pero  por si acaso lo reenvío. Si me llegan a decir que lo reenvíe a ciento veintisiete personas, tendría que cargar el móvil de nuevo. Ponemos nuestra carne en el asador por ese reenvío.
            Este fin de semana se celebra el día de la infancia misionera. Es decir, los niños pueden ser misioneros para otros niños. Se puede hacer también una cadena, como los whass, para que los más pequeños puedan alentar a los demás. A nuestros hijos, con el móvil, no les hemos enseñado mucho. Es como si ellos hubiesen nacido con las nuevas tecnologías aprendidas; sin embargo a ser misioneros les cuesta. Quizás porque nosotros no le mandamos una cadena de whass en la que diga que Jesús merece la pena y que se lo pasemos a unos cuantos más y que verán muy pronto la diferencia.
            Lo más probable es que nuestros hijos, los más pequeños, nos vean todo el día con el móvil en la mano reenviando cosas, llamando a nuestros clientes por motivos de trabajo, pasando el rato con un video juego que me he bajado… pero lo más seguro es que no nos ven con frecuencia paseando en casa, o sentados en el sofá con la biblia en la mano y leyendo algún capítulo que nos pueda resultar interesante. Porque sin duda ellos comienzan haciendo lo que nos ven hacer a nosotros.
            La infancia misionera nos tiene que hacer resonar en nuestro interior que hay algo que no nos encaja. Que hoy el evangelio nos habla de conversión y al mismo tiempo de llamada y que tal y como está la nueva telefonía de la vida puede ser que no nos haga falta el whass. Ayudemos a los más pequeños a que sirvan de ejemplo a sus congéneres, pero que sea un ejemplo que ellos aprenden de nosotros. Que nosotros seamos el mejor ejemplo para ellos y seguro que nos reenviarán un montón de gracias, de besos… y en el día de mañana no habrá que celebrar lo que no sentimos.
            Hasta la próxima

            Paco Mira

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