martes, 9 de julio de 2013

SEÑOR, ENSÉÑAME TUS CAMINOS...





Señor Jesús,

enséñame los caminos de tu sabiduría…

Señor enséñame tus caminos

Señor enséñame tus caminos sencillos y vulgares

Señor enséñame tus caminos de lo pequeño,

de lo simple, de lo normal.

Señor enséñame tus caminos de la humildad,

de la inapariencia, de lo escondido.

Señor enséñame tus caminos de la monotonía, 

de la rutina de cada día,

de la naturalidad de la vida.

Señor enséñame tus caminos de lo grande 

en lo pequeño,

del misterio de lo simple, de lo extraordinario 

en lo ordinario.

Señor enséñame tus caminos de la vida ordinaria,

 del amor y de la entrega a los demás.

Señor enséñame tus caminos del silencio y de la paz,

del hogar y del amor, de la luz y la verdad.

Señor enséñame los caminos de tu sabiduría.

Señor enséñame a recorrer tus caminos 

con pisadas de pobre.

Señor enséñame tus caminos.

(Evangelio de hoy martes) 

En aquel tiempo, llevaron a Jesús un endemoniado mudo. Echó al demonio, y el mudo habló.
La gente decía, admirada:
- «Nunca se ha visto en Israel cosa igual».
En cambio, los fariseos decían:
- «Este echa los demonios con el poder del jefe de los demonios».
Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando el Evangelio del Reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias. Al ver a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, “como ovejas que no tienen pastor”. Entonces dijo a sus discípulos:
- «La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies». Mateo 9, 32-38

PARA LA VIDA
- El evangelista nos sigue mostrando un aspecto importante desde su punto de vista: la capacidad de compasión de Jesús respecto de cuantos sufren: “recorría pueblos y aldeas... anunciando... y curando...”. Es la lucha de Jesús contra las fuerzas del mal, presentando, con palabras y acciones, la buena y novedosa noticia del Reino, que ya está presente. Desde ahí se entiende que el ciego ve y el mudo habla, esto es, la necesidad que se crea de contar “lo que hemos visto y oído”.

- En este clima es cuando Jesús propone a sus discípulos compartir la MISIÓN, porque las personas están como “extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tiene pastor” (v. 36). La tarea, pues, es abundante y la “misión” es necesaria para poder ofertar la buena noticia, la que el mismo Jesús aporta y comparte en nombre del mismo Dios. Orar al Padre es parte de la Misión y de la tarea. Aquí, en el anuncio de la Buena Noticia y, desde ahí, en el ENVÍO, nos encontramos, hoy, nosotros. También en nuestro mundo, tantas personas caminan extenuadas y desorientadas, necesitadas de una palabra de vida, de un mensaje de esperanza (así lo proclamó el Concilio Vaticano II en la Gaudium et spes) 



Alfarero del hombre, mano trabajadora
que, de los hondos limos iniciales,
convocas a los pájaros a la primera aurora,
al pasto, los primeros animales.
De mañana te busco, hecho de luz concreta,
de espacio puro y tierra amanecida.
De mañana te encuentro,
Vigor, Origen, Meta
de los sonoros ríos de la vida.
El árbol toma cuerpo, y el agua melodía,
tus manos son recientes en la rosa;
se espesa la abundancia
del mundo a mediodía,
y estás de corazón en cada cosa.
No hay brisa, si no alientas,
monte, si nos estás dentro,
ni soledad en que no te hagas fuerte.
Todo es presencia y gracia.
Vivir es ese encuentro:
Tú, por la luz; el hombre, por la muerte.
¡Que se acabe el pecado!
¡Mira que es desdecirte
dejar tanta hermosura en tanta guerra!
Que el hombre no te obligue,
Señor, a arrepentirte
de haberle dado un día las llaves de la tierra.

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