miércoles, 3 de julio de 2013

EL PAPA FRANCISCO ENTUSIASMA A MUCHO. A ALGUNOS LOS ENFURECE

Entusiasma a unos y enfurece a otros

Francisco vulnera la frontera entre lo sagrado y lo profano

Lo naturalmente pagano es la divinización de la autoridad

Jorge Costadoat, 03 de julio de 2013 a las 08:22
  

 "Este  Papa  está realizando         
  acciones que provocan rabia 
  en quienes no entienden que
  el  dogma de la encarnación
  obliga  a descubrir  a Dios 
  en un hombre común".

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Niño en el papamóvil

  • Niño, en el papamóvil
  • Niño en el papamóvil
(Jorge Costadoat sj).- El Papa Francisco ha invitado a subir al Papa-móvil a un niño down. Es una señal simpática. ¿A quién podría molestar? A nadie. Pero, ya que ha realizado varios gestos de este tipo muchos están inquietos. ¿Puede un Pontífice salirse a cada rato de su papel? Lo vieron un día sacando la basura de la casa Santa Marta. ¿No está llevando las cosas demasiado lejos? Después de algunos meses de su elección, hay  católicos confundidos, irritados o preocupados.
Algo así no es normal en un jefe de Estado. En el caso del Santo Padre, a unos entusiasma y a otros enfurece. ¿Por qué? Mi hipótesis es esta: Francisco vulnera la frontera entre lo sagrado y lo profano. ¿Lo hace provocativamente? No lo sabemos. Acerca de sus intenciones nadie puede decir nada. Pero sí es claro que hace lo que no se hace, como cuando Jesús curaba en sábado.


Hagamos memoria. A Jesús lo mataron los romanos a instancias de 
los  jefes  de   su  propio  pueblo.  En el  estipes de la cruz un letrero 
decía  en burla,  El  rey  de los judíos.  Se  trató, en  este  caso, de  la 
aplicación  de  la  pena  capital  de  parte  de  los  romanos, la  única 
autoridad  que  poseía  el  ius  gladii.  Fariseos,  escribas,  saduceos 
hicieron ver a  los  romanos  que  las  expectativas   mesiánicas que 
Jesús   despertaba   eran   peligrosas   para  la  estabilidad  social  
política  de  Palestina.  No tuvieron  que  invocar como causa lo que 
realmente   les    resultaba    insoportable:  la   desautorización   que 
Jesús  hacía de la religiosidad  de  la época, y de ellos en particular, 
pues interpretaba  la Ley y se comportaba respecto del Templo con
una libertad inaudita.  Jesús, en sus actuaciones,  subordinó la Ley
y  el  Templo  a  la obediencia a Dios,  la cual  en  todos  los casos y 
siempre ha debido consistir en la liberación de personas concretas.
Este  fue,  en  su  núcleo,  el  contenido  del  reino  que  Jesús quiso 
inaugurar  como  voluntad  del Dios  que  él  consideró  su Padre. 
este  Padre  no  se  le   encontraría   mejor   en   lugares   y   tiempos   
"sagrados"  que  en  los  valles,  las  montañas  y  entre las olas del 
mar de Galilea, de mañana  o por la tarde. Jesús, en  vez de erigirse 
en  el  guardián  de  la diferencia  entre lo  sagrado  y lo  profano,  la 
saltó, la ridiculizó a veces y con su muerte en cruz, la aniquiló para
para siempre.
Así lo entendió la primera Iglesia. Ella  vio  en el rasgarse el velo del 
Templo   al   momento   de   la   muerte   de   Jesús,  el cumplimiento
irreversible  de la encarnación. El  Dios  entrado en la historia como 
un  niño inerme  y sacado de esta misma  historia  con violencia, se 
da a reconocer  en los  hechos humanos, especialmente  allí donde
la  humanidad  más  se le  asemeja crucificado.  El "pecado" que  el 
Sanedrín  no  toleró  a Jesús  podría  llamarse"secularidad".  Jesús 
apostó  toda  la religión  de  Israel  al  amor secular. Al  amor  así  no 
más,  podríamos decir, sin articulación  religiosa, como  el del buen
samaritano.
Francisco  desconcierta  a  personas  que  prefieren  a  un pontífice 
hierático.  El sacerdote,  piensan,  debe  representar  la santidad  de 
Dios.  Otros,    me   incluyo,  pensamos   que   debe   representar   la 
"humanidad" de  Dios. O, mejor dicho,  creemos  que   la verdadera 
santidad, la  del Hijo de  Dios encarnado, se  manifiesta  en  la  gran
humanidad y humildad de Jesús. Y que por el contrario, la santidad 
mal   entendida  hace  creer  que  en  Cristo  lo  divino  neutraliza  lo 
humano.  El problema  es que,  de un Cristo que simula humanidad, 
resultan personas que simulan divinidad.
Es  extraño,  por  tanto,  que  Francisco  pueda  desconcertar   a un 
cristiano.   Llama    la    atención   que   sus   gestos    tan   sencillos,
realizados  a contrapelo  del  manierismo eclesiástico,  perturben a 
quienes    debieran    resultarles    completamente     naturales.    Lo 
naturalmente   pagano   es   la   divinización   de   la   autoridad.   El
cristianismo,  en  cambio,  reconoce  autoridad  a  quien practica la
justicia   y  la   clemencia.  La   investidura   pontificia  no  basta.  Es 
incluso  ambigua,  pues induce a  la papolatría. Y la papolatría sí es 
un pecado, o una lesera.
Como otro botón de muestra,  tomemos  el episodio  de  Francisco
jugueteando  con  el solideo,   poniéndoselo y  sacándoselo  a  una
niñita  en  la cabeza.  A  unos el gesto  les  parece lindo.  Les  calza
exactamente  con  la alegría de  Jesús.  A otros, en  cambio, no  les 
debe parecer bien que el Papa  bromee con  la vestimenta sagrada.
El  solideo  es esa especie de  gorrito  redondo y morado que usan 
los  obispos.  El  solideo  blanco  solo  lo  usa  el  Papa.  Cuando  el 
prelado celebra la misa,  debe  sacárselo al momento de la plegaria
eucarística,  simbolizando  respeto  a  Dios, como quien se quita el
sombrero para saludar a alguien.
¿Qué ha  querido  simbolizar  Francisco  con  este  otro  uso que él 
hace del solideo? ¿Estará queriendo decir a la niñita que ella algún 
día puede ser Papa?  No lo creo.  ¿Querrá tal vez   decirle a  ella  y a 
todos  los  demás  "yo,  que  soy  el  Papa,  quiero  que  me  sientan 
cercano   y  fiable"?   Las  demás   señales  indican  que  sí.  Pienso
también  que esta  interpretación, a  su vez, puede caer    muy mal a 
algunas  personas. Al  jugar de esta manera con el solideo, alguien 
puede pensar que el Papa cruza  burlescamente  la  frontera  de  lo 
prohibido.   Francisco   no   se   pone   la   mitra   cuando   hay   que 
ponérsela. Francisco lava los pies a una  musulmana  en  la  cárcel 
en Semana Santa.  Francisco  saluda  de  beso  a  la  presidenta de 
Argentina, etc. Se sale frecuentemente del  protocolo. ¿Cuál  es  el 
límite? ¿Podría  un día  celebrar  la  eucaristía  sin alba, solo con la 
estola?
Estos gestos totalmente intencionados del Papa pueden provocar 
inquietud, molestia o furia en cualquiera de los cristianos.Ninguno 
de estos sentimientos es culpable.Los sentimientos son inocentes.
Nadie es culpable de sentir esto o aquello, ni tampoco de tener  tal 
o cual cultura o sensibilidad religiosa. Debe  tenerse presente, eso
sí, que el fanatismo religioso que  combina el celo por Dios  con  la
ira psicológica, es peligroso.
Este   Papa   está   realizando  acciones   que   provocan   rabia   en 
quienes  no  entienden  que  el  dogma  de  la encarnación obliga a 
descubrir   a  Dios   en  un   hombre   común  y  corriente,  y  que  la 
salvación  en  sentido  estricto  es  humanización. La  encarnación
es  un  misterio  difícil  de  comprender  para  la  mentalidad  de  los 
mismos creyentes, pero no atinar con su  concepto  no  es  inocuo. 
Hay  concepciones  de  lo  sacro,  de  lo  santo  y   de  la   salvación
inhumanas y deshumanizantes.
¿Dejará  alguna  vez  Francisco   de  usar  el  Papa-móvil?   Aún  lo 
necesita. De momento, si nos  invitara a  subir a  él y  aceptáramos,
 estaríamos  más  cerca  de  comprender quién  es y quién  no es e
Dios de Jesús.

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