martes, 5 de marzo de 2013

¡Suelta la cuerda! UN CUENTO SOBRE LA FE


Cuentan que un alpinista, desesperado por conquistar el Aconcagua, inició su travesía, después de años de preparación. Subiendo por un acantilado a sólo cien metros de la cima, resbaló y se desplomó por los aires. Caía a gran velocidad, sólo podía ver veloces manchas más oscuras que pasaban en la misma oscuridad, y la terrible sensación de ser succionado por la gravedad.
Seguía cayendo… y en esos angustiantes momentos, le pasaron por su mente todos los gratos y no tan gratos momentos de su vida. Pensaba que iba a morir; sin embargo, de repente, sintió un tirón muy fuerte que casi lo partió en dos… Sí, como todo un alpinista experimentado, había clavado estacas de seguridad con candados a una larguísima soga que lo amarraba de la cintura.
Después de un momento de quietud, suspendido por los aires, gritó con todas sus fuerzas:
- ¡Ayúdame Dios mío!…
De repente, una voz grave y profunda de los cielos le contestó:
- ¿Qué quieres que haga, hijo mío?
- Sálvame, Dios mío.
- ¿Realmente crees que te puedo salvar?
- Por supuesto, Señor.
- Entonces, corta la cuerda que te sostiene…
Hubo un momento de silencio y quietud. El hombre se aferró más a la cuerda y reflexionó…
Cuenta el equipo de rescate que al día siguiente encontraron colgado a un alpinista muerto, congelado, agarrado fuertemente con las manos a una cuerda… a tan solo un metro del suelo.

La mamá llama a Pepito y le dice:

Le dijiste a tu hermana que era fea, y está llorando. Anda y 

dile que lo sientes.

Entonces, va Pepito y le dice a la hermana:

Hermanita, siento que seas tan fea.

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