lunes, 25 de febrero de 2013

CARTA AL VIENTO. SILENCIO, POR FAVOR


Carta al viento
SILENCIO, POR FAVOR
Hay demasiado ruido. Demasiadas palabras. En medio de tantas murgas que cantan a deshoras   y tantos gritos sobre el estado de la nación, yo reclamo mi espacio de silencio. ¿Dónde encontrar un tiempo no contaminado para la reflexión y pensar por mí mismo? El silencio es necesario. No ese silencio impuesto que a veces se produce cuando hay una situación incómoda y no descubre uno la palabra adecuada. Ni el silencio que impone el que tiene más poder para gritar ¡He dicho que se callen! O dictamina  que hay temas de los que se prohíbe hablar. Ese silencio no. El otro.
     María, una amiga que está pasando un mal momento en su vida me lo decía muy convencida.
-Yo lo que necesito ahora es pensar. Necesito hablar menos y que me hablen menos. Necesito plantearme el futuro de mi vida y lo que quiero es escuchar  mi conciencia, reflexionar serenamente sobre mi vida. Y para eso tengo que eliminar muchos ruidos externos.
La cuaresma, este tiempo litúrgico que estamos viviendo los cristianos para preparar la Pascua, es muy válido también para los no creyentes. Porque la cuaresma es reflexión, es austeridad, es deseo de mejorar, es  silencio. Y esa necesidad es común a todas las personas.
En Madrid hace un año que funciona, muy cerca de la Plaza de Castilla, el Lugar del Silencio. Lo ha promovido un grupo de jóvenes, entre ellos una canaria, para facilitar a las personas que lo deseen, al margen de cualquier ideología,  un espacio físico donde sentarse a pensar, o a leer o a rezar. Cada uno a la hora que quiera. Y  sin ninguna otra pretensión que facilitar, que uno pueda aislarse de los ruidos exteriores  que hacen que  uno sepa  todo lo que ocurre en el planeta y sin embargo no se conozca  a sí mismo.
Que algunos templos católicos estén abiertos algunas horas cada día es también una buena respuesta a esa necesidad. Vale la pena invertir algún dinero en lograrlo. En nuestros pueblos, afortunadamente, tenemos escuelas, centros de salud, polideportivos, bares  y tiendas. Pero también hay momentos en los que necesitamos más unos minutos de silencio o de oración  que la misma comida. Sería un buen servicio de la Iglesia abrir más tiempo  los templos para cubrir esta necesidad.
Y sería un buen servicio del gobierno  y de la oposición no solamente debatir a insultos cuál es el estado (calamitoso)  en el que está el país. Es importante  reflexionar  seriamente lo que tienen que hacer. Y para eso les aconsejo un poquito más de silencio, por favor.  

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