Carta al
Viento
NO HAY
JUSTICIA SIN IGUALDAD
No. No son estos los momentos más agraciados para decir que hay que enviar ayuda a
Mozambique o a Honduras. Y, sin embargo, viene ahora Manos Unidas y lanza una
campaña recordándonos que hemos de
colaborar con los países más empobrecidos porque es imposible que haya justicia
si no hay igualdad. Y eso, mientras aquí, entre nosotros, aumenta cada mes el número de parados. Y
muchas familias que viven a unos metros de nuestra casa han tocado fondo porque
ya no tienen nada y, aunque sienten vergüenza, se ven obligadas a solicitar
ayuda para poder comer. Entonces escucho
lo que siempre se ha dicho, incluso en los tiempos de las vacas gordas cuando
aquí sobraba el dinero:
-¿Por qué ayudar a los de otros lugares si aquí
también hay necesidad?
Hace no muchos años estuve en Nicaragua como cooperante. En aquellos
momentos había una terrible hambruna en el país. Yo estaba en un pequeño
poblado en donde la gente vivía al día, comiendo de lo casi nada que producía
la tierra. Y me sorprendió la actitud de los creyentes que, en una celebración
religiosa, depositaban su ayuda
económica para los damnificados de un
huracán bastante lejos de allí. Ellos
comprendían que, aunque lo estaban pasando mal, otros estaban mucho peor.
Sí. Resulta difícil la tarea de Manos Unidas en
estos tiempos. No resulta fácil hacer
comprender que aquella niña que está tirada en una calle de un poblado de la
India tiene la misma dignidad que las pequeñas que van a nuestros colegios. Sólo que a aquella, por ser niña y
por haber nacido donde nació, se le
niegan todos los derechos.
Ciertamente ahora hay menos posibilidad de ayudar
económicamente en los interesantes proyectos de Manos Unidas. Pero es que esta
ONG no solamente pide dinero para sus proyectos. Manos Unidas ayuda a
sensibilizarnos de la situación de pobreza y marginación en la que viven muchos
millones de personas en el mundo. Quien desee colaborar a hacer un mundo más
justo tiene la posibilidad de hacerlo a través
de esta Asociación: Ayudando a sentirnos
ciudadanos del mundo, denunciando las injusticias y desigualdades o
apoyando los proyectos que se realizan en los países más empobrecidos, allí
donde hay más personas que sufren la violencia, la enfermedad y los abusos
contra la mujer.
Xaquelina, una joven
universitaria de Gran Canaria, me comentaba ayer muy decidida: Estoy dispuesta
a ir como cooperante a donde sea necesario. No me puedo quedar de brazos
cruzados ante la realidad que están
viviendo muchas jóvenes de mi edad. Siempre he defendido con fuerza mis
derechos y ahora estoy convencida de que también debo de luchar por los derechos de los otros, a pesar
de que no me sobra ni el dinero ni el tiempo.
Efectivamente, Xaquelina.
Sin pretenderlo has dicho con otras palabras lo que este año pregona Manos
Unidas: No hay justicia sin igualdad.
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