domingo, 6 de enero de 2013

CARTA AL VIENTO

Humor y alegría en las iglesias

Unos amigos que vinieron de Guatemala salieron desencantados después de participar en una misa en nuestra Isla. Según ellos, no había ningún gesto de alegría como si el evangelio o la fe produjeran aburrimiento. Y abundando en la conversación, criticaban la apatía de los fieles, el rollo del cura que parecía que hablaba para otra galaxia o la poca participación en los cantos. Las misas en Guatemala, me comentaban, duran bastante más, pero en ellas se respira alegría y hasta buen humor. Podemos estar más de una hora en la misa de cualquier día pero estamos disfrutando.



Casi coincidiendo con esta experiencia, llegaron a mis manos unas palabras del papa que dan la razón a los amigos guatemaltecos: "El humor, es un indicador de la fe. Una de las reglas fundamentales para el discernimiento espiritual podría ser: donde falta la alegría, donde muere el humor, allí no está ni siquiera el Espíritu Santo, el Espíritu de Jesucristo. (Benedicto XVI en su libro “El Dios de Jesucristo”).



Pero no es bueno generalizar. La experiencia de mis amigos pudo ser muy diferente, tal vez, si hubieran ido a otra parroquia. Pero su crítica vale para todos. Porque son muchas las personas que expresan su malestar por el aburrimiento que le producen las misas o por tener que aguantar los cabreos o imposiciones de los curas o las personas de su entorno. Pero sería injusto no reconocer que en la Iglesia Canaria no es ese el panorama más común.



Comenté esto a unos fieles habituales y me dijeron asombrados: ¡Se ve que no nos conocen! Entre nosotros hay siempre mucha alegría y mucho buen humor. Bastaría visitar un templo en las pasadas Navidades para comprobar que el ambiente era de total alegría. Mariano Medina es un cura canario sobrado de gracia y simpatía. Desde hace años recopila anécdotas de esas que ocurren sobre todo en bodas, bautizos y primeras comuniones. Pero no sólo se limita a contar hechos graciosos. En más de una ocasión le escuché llamar la atención a algún compañero porque lo veía demasiado serio, demasiado tieso en las misas. O a otro porque utilizaba un lenguaje totalmente ajeno a la comunidad a la que se dirigía. Y Mariano no es el único. Con todo, al comenzar el año, conviene tomar nota de la advertencia de mis amigos: Que en las celebraciones religiosas haya más alegría, más frescura, menos estiramientos, para que la fe se pueda transmitir como lo que es: un regalo que nos pone eufórico.



Y hoy, pasado ya el día de Reyes, les quiero regalar una sonrisa. Porque si los curas como Mariano recopilan anécdotas vividas entre los feligreses, algunos de éstos también han tomado nota de avisos que los curas han puesto en su hoja parroquial y dan lugar a diversas interpretaciones. Por ejemplo éstas:¡



- Para cuantos de entre ustedes tienen hijos y no lo saben, tenemos un espacio preparado para los niños.- Recuerden en la oración a todos aquellos que están cansados y desconfían de nuestra parroquia.



- Por favor metan su donativo en el sobre, junto a los difuntos que quieren recordar en la misas. - El viernes a las 7 de la tarde, los niños del oratorio presentarán "Hamlet" de Shakespeare en el salón de la iglesia. La comunidad está invitada a tomar parte en esta tragedia.



- Queridas señoras, ¡no olviden la venta de boletos para la tómbola! Es un buen modo de librarse de las cosas inútiles que estorban en casa. Traigan a sus maridos.



- El coro de los mayores de sesenta años se disolverá durante todo el verano, con el agradecimiento de toda la parroquia.





Que en estos tiempos de crisis, no matemos la alegría ni el humor. Y que se note.







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