sábado, 14 de julio de 2012

LA HOMILÍA DE ESTE DOMINGO. UNA IGLESIA POBRE

LA HOMILÍA DE ESTE DOMINGO


Evangelio de S. Marcos 6, 7-13
     En aquel tiempo llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no, túnica de repuesto. Y añadió:
     -- Quédense en la casa donde entren, hasta que se vayan de aquel sitio. Y si un lugar no les recibe ni les escucha, al marcharse, sacúdanse el polvo de los pies, para probar su culpa.
     Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban. Palabra del Señor


UNA IGLESIA POBRE
Hace unos días un representante de objetos litúrgicos que vienen por las parroquias vendiendo casullas, cálices, imágenes, etc. me hablaba de la suerte de los  curas que tienen una parroquia buena… y la mala suerte de aquellos a los que les toca una mala…

Le pregunté: ¿la mía es una parroquia buena? Y entonces aclaró lo que yo pretendía que dijera: Para él una parroquia buena es aquella en la que se mueve mucho dinero, donde hay mucha gente rica y, por tanto, muchos donativos para gastar alegremente.

Entonces le conté lo que se dice de san Lorenzo. Durante la persecución de Valeriano, en el siglo III, pensaban que aquel joven cristiano tenía guardadas grandes riquezas: El tesoro de la Iglesia en aquella época.

El alcalde de Roma, que no era creyente y muy amigo de conseguir dinero, ordenó a Lorenzo que entregara las riquezas de la Iglesia. Lorenzo entonces pidió tres días para poder recolectarlas y en esos días fue invitando a todos los pobres, lisiados, mendigos, huérfanos, viudas, ancianos, mutilados, ciegos y leprosos que él ayudaba. Al tercer día, compareció ante el prefecto, y le presentó a éste los pobres y enfermos que él mismo había congregado y le dijo que ésos eran los verdaderos tesoros de la Iglesia. El prefecto entonces le dijo: «Osas burlarte de Roma y del Emperador, y perecerás. Pero no creas que morirás en un instante, lo harás lentamente y soportando el mayor dolor de tu vida».

A veces también hemos pretendido hacer una Iglesia con poder y con dinero. Y hasta nos hemos confundido: Hemos construido grandes iglesias, hemos dedicado mucho tiempo y esfuerzos a los templos y menos a las personas. La verdadera Iglesia está en las personas.

El evangelio de este domingo nos recuerda que Jesús envía a los apóstoles con lo justito: Ni talega, ni alforja, a predicar el evangelio. A aceptar vivir con lo que reciban, donde le dejen. El evangelio nos da una pista de lo que Jesús quiere para la Iglesia: Una Iglesia sencilla, centrada en las personas y especialmente en los pobres.

¿La nuestra es una parroquia BUENA?

Si no ponemos la confianza en el dinero, si los más pobres son atendidos, si la gente se siente acogida, si hay actitud de servicio, si anunciamos el evangelio con el buen ejemplo, si nos animamos unos a otros, si se valora lo que hacen los demás, si no pretendemos creernos mejores, ni los únicos, es una parroquia buena, si somos sensibles al dolor ajeno… esta es una buena parroquia. No necesitamos alforjas, no cajas fuertes…

¿Qué imagen de Iglesia damos en nuestro pueblo?

¿Nos sentimos enviados por Jesús a anunciar el evangelio de la sencillez y del amor a los pobres?

Les invito a pedir que cada vez haya más parroquias BUENAS, comprometidas con el mensaje auténtico de Jesús.

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