sábado, 19 de noviembre de 2011

CAMINAMOS A LA MILAGROSA (Altos de San Lorenzo) Y VISITAMOS EL MURAL DE JESÚS ARENCIBIA EN TAMARACEITE

CAMINAMOS A LA MILAGROSA (Altos de San Lorenzo) Y VISITAMOS EL MURAL DE JESÚS ARENCIBIA EN TAMARACEITE

Por ahora les dejo las fotos de la caminata y el paseo por Teror y la visita a la ermita de La Milagrosa. Y la visita a la parroquia de Tamaraceite para ver el mural de Jesús Arencibia y escuchar una explicación sobre el mismo.
Nuestra gratitud a quienes colaboraron para que disfrutáramos y aprovecháramos un excelente día: A José Manuel Cabrera (Macriver), guía del camino y a Pilar y a Conchi que lo acompañaron; a Abrahán que nos habló de la ermita de La Milagrosa y cantó con emoción a la Virgen. A Esteban Santana que nos explicó con todo detalle  el mural y a Lourdes Bravo de Laguna que nos abrió la iglesia de Tamaraceite y obsequió con una medalla de La Milagrosa. Gracias.  De la caminata... espero algún comentario de los caminates para incluirlo aquí


COMENTARIO DEL  "caminante": JOSÉ DOMINGUEZ
DESDE ARINAGA A LA MILAGROSA
Hoy comprendÍ­ el significado de que el silencio vale má¡s que miles de palabras, cuando mudos, por sololo treinta minutos, (así­ lo ordena Jesús Vega, sacerdote de las parroquias de Arinaga), caminá¡bamos gustosamente callados, desde lo alto, hacia la profundidad, fí­sica y metafí­sica. Bajábamos, excelentemente guiados por José © Manuel, desde Aríñez, San Mateo, hasta la Milagrosa y desde allí­ a San Lorenzo y Tamaraceite. 
Hoy comprendí­ el significado de que, que el fí­sico atrae, pero la personalidad enamora. Porque hoy me enamoré y me consta que fuimos muchos, sino todos, los que nos enamoramos, aunque ya estuviésemos enamorados, de los senderos, de los campos, del aire frío, del cura SUSO, de los guí­as, de los amigos del camino, de José Manuel y sus dos acompañantes quienes alegres, sonrientes y saltarines abrí­an el camino aminorando las dificultades a todos los que, a ciegas, esa confianza nos infundí­an, le seguíamos en la seguridad de que el peligro lo habí­an asumido esas tres flechas de lanza.
Y llegamos a la Milagrosa y entonces comprendimos, distinto de otros argumentos, que los hay, el por qué de su nombre y es que comer allí­ se convierte en milagro. Allí­ las mejores papas sancochadas con queso tierno y mojo, allí­ la degustamos la mejor tortilla española de la isla, o así­ nos parecia a todos y luego el precio, si, el sabor fue bueno, pero el precio mejor, ajustado a nuestro poder adquisitivo, que es, sin rubor, bajo muy bajo, como lo es desgraciadamente el de la mayorí­a de los españoles y lo va ser desastrosamente los próximso cuatro años con el megasumani electoral que se vaticina, si Dios no lo remedia. 
En cualquier caso el que teclea y tú lector solidario, si se confirmara el resultado electoral, tenemos que hacer nuestra la afirmación de Pablo Coleho: Un guerrero acepta la derrota como una derrota, sin intentar transformarla en victoria. A partir del dí­a veintiuno continuaremos trabajando por un mundo justo y unos polí­ticos no corruptos, misión casi imposible, pero en la que tenemos que creer, porque como afirmar­a Coelho: Un hombre tiene que escoger. En esto reside su fuerza: en el poder de sus decisiones. E Incluso, dice don Paulo, un camino sinuoso, difí­cil, nos puede conducir a la meta si no lo abandonamos hasta el final.
Y ese camino que iniciamos en Aríñez, nos condujo hasta Tamaraceite, patria chica del gran muralista, Jesús González Arencibia, artí­sticamente conocido, porque él así­ lo quiso, por Jesús Arencibia. Nació, don Jesús, aquí­, en Tamaraceite el año 1911. En 1964 toma posesión, como catedrá¡tico, en la Escuela Normal de Magisterio de Las Palmas, donde impartía clases magistrales durante dieciocho años y lidió con alumnos, pictóricamente tan discapacitados como, Pepe Domín­guez, Cruz González y otros, eso sí­, tanto los capacitados como los incapacitados lo admirábamos a rabiar. En 1970 comenzó a pintar el mural que de más de 100 metros cuadrados, brilla con luz propia para la historia, en el altar mayor de la iglesia del pueblo que lo vio nacer, Tamaraceite. Dedicado a la muerte de su madre, María Arencibia, (advierten las coincidencias, , Jesús y su madre María), a la que retrata en el mural y con la que tiene una relación tan fuerte que incluso le hace olvidar el apellido del padre, González. El pintor, para siempre solo será, Jesús Arencibia.
El jueves santo y el viernes santo, La Última cena y Cristo crucificado, pintados a niveles distintos, alto y bajos separados por un rí­o que es sobrevolado por aves que llevan pan en su picos, son las lí­neas guÃías de un mural, como mí­nimo, sobrecogedor.

Desde Arinaga a, 19 de noviembre de 2011, tecleado por  Pepe Domínguez.


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