miércoles, 8 de diciembre de 2010

DIARIO DE UN CURA: "El ciento por uno"

DIARIO DE UN CURA: "El ciento por uno"
- Les aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierra por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más: casas, y hermanos y hermanas, y madre e hijos, y tierras, con persecuciones y en la edad futura vida eterna”. (Marcos 10, 17-30) 

La casa parroquial en estos días  ha tenido ambiente de casa, de familia.  Justo cuando uno puede sentirse más necesitado del ambiente familiar resulta que el evangelio se cumple hasta en eso. Sin pretenderlo, esta semana ha sido un constante encuentro con esa otra gran familia que se va creando en torno al cura o la parroquia. No por lo que uno sea o haga sino por ese milagro de Dios que hace que, los que hemos aceptado renunciar a una familia propia, tengamos una familia multiplicada y qué bien multiplicada. 
    Por algo será que en este largo fin de semana no he tenido ni  un minuto de la temida soledad sacerdotal. El pasado domingo bauticé en Tamaraceite al nieto de Conchi Moreno, la "madre" de los jóvenes de Ponte en marcha. Después disfruté del almuerzo en ambiente familiar, con todos los hermanos de Esteban con los niños.  Mucho queso en la comida pero la misma cantidad de afecto y atención. 
Para el lunes era la familia de Omaira la que me había invitado a pasar el día con ella en su casa-cueva de Guayadeque. Y a pesar del frío y la tos, aquella comida entre los chiquillos y los tíos y los bellos paisajes del barranco me trasladaron a una infancia vivida con un paisaje muy semejante. Ya por la noche la casa de la Parroquia se llenó de "hermanos": Carmen y Luis de Lanzarote, y Loly y Raúl, y Raquel y Alejandro... Ambiente de pura familia, olor a comida, televisión que suena, alegría, niño que tose... Así hasta este mediodía. Disfrute a tope. Y en medio de este ambiente superfamiliar, anoche compartieron rato tres buenas amigas que ya son también parte de la familia: Conchi, Almarca y Mónica. Y este mediodía, para que la ausencia de la familia conejera no se notara mucho, los fieles amigos gallegos, Montse y Óscar acompañaron el almuerzo, la tarde,  el diálogo y el buen rollo.
    Y eso que no nombro a los buenísimos parroquianos de una y otra parroquia que han estado atentos a lo que pudiera necesitar. O los curas como Juan Jesús y Victorio que no esperaron a que les invitara sino que se ofrecieron a echar una mano hoy celebrando las misas de Arinaga y la de la fiesta del Polígono que, por cierto se quedó sin procesión por la lluvia. 
     Qué bien que uno no tenga familia propia y sin embargo cuente con una Gran familia. Sobre todo, cuando más se echa de menos. La otra familia, la que compartimos los mismos apellidos, la tengo siempre conmigo aunque vivamos en lugares diferentes. Tanto que, hasta Fernando y Gustavo, ahora en el "ojo del huracán" porque trabajan como controladores, los siente uno más cercanos que nunca. Les he mandado un mensaje esta tarde. Porque uno puede estar en desacuerdo con decisiones o actitudes que se tomen. Pero el cariño familiar puede más. Y tanto. 
Esta noche, una vez más, tengo que dar gracias a Dios por la familia, por las familias. 







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