jueves, 4 de febrero de 2010

QUE CUANDO ME VAYA NO CAIGA UNA LÁGRIMA POR MÍ

   El título que he puesto corresponde a una canción de La Quinta Estación. Esta tarde fue el funeral de Mari Ángeles, una joven de Cruce de Arinaga, madre de un hijo de unos 14 años. Y estas fueron las palabras de la homilía y que quiero compartir también con ustedes.

   Comprendo el dolor de esta familia y comprendo el sufrimiento que les ha supuesto la muerte de Ángeles. Dios lo comprende mejor que nosotros mismos. Hoy estamos aquí para pedir que Dios les ayude a ustedes y que Dios conceda la paz para siempre a Mari Ángeles.



   La Biblia, Palabra de Dios, es siempre una fuente de consuelo y de esperanza. Igual que necesitamos el alimento o un medicamento que nos ayuda mantenernos fuerte, leer la palabra de Dios y orar a nuestro Padre del Cielo es la mejor medicina del alma.



Hemos escuchado las lecturas que corresponden a este día y parece como si la lectura primera (Libro I Reyes 2,1-4, 10-12) hubiese sido elegida adrede para esta ocasión.



   El rey David fue un hombre muy sabio y muy religioso. La Biblia recoge esas palabras que pronunció antes de morir y que yo voy a releer. Imaginen estas mismas palabras en boca de Ángeles:

   "Estando ya próximo a morir, David o (o M. Ángeles) hizo estas recomendaciones a su hijo y a toda su familia: -«Yo emprendo el viaje de todos. ¡Ánimo, sean fuertes! Guarden las consignas del Señor, su Dios, caminando por sus sendas, guardando sus preceptos, mandamientos y normas, como están escritos en la ley de Dios, para que tengan éxito en todas sus empresas, dondequiera que vayan; para que el Señor cumpla sus promesas y ustedes sean felices: "

   Las ausencias de los seres queridos son muy dolorosas y no hay medicina que cure ese dolor. Pero la FE sí que es capaz de mitigar el dolor. Nuestra fe confiesa que Jesús resucitó. Y por la fe podemos asegurar que la muerte no acaba con ninguna persona. Que Mari Ángeles no ha muerto del todo; que ella vive en Dios.
   Los hermanos, la familia de Mari Ángeles escucharon una canción de esas que podemos oir en cualquier emisora y que les hizo conectar con los sentimientos y emociones que están viviendo estos días. Es una canción cantada por el grupo La Quinta Estación y que vamos a poner al fin de la misa. Yo quisiera resaltar unas palabras que repite la canción:



QUE CUANDO ME VAYA
NO CAIGA UNA LÁGRIMA POR MÍ.
QUE SÓLO QUEDE LA AMISTAD,
TANTOS SUEÑOS QUE RECORDAR…
QUE CUANDO ME VAYA DE AQUÍ,
DE MI TIERRA, DE MI GENTE,
DE MI TIERRA LA QUE ME VIO NACER,
LA QUE ME VIO GANAR Y ME ENSEÑÓ A PERDER…./
QUE SÓLO QUEDE LA AMISTAD…


   Lás lágrimas sí se derramarán, Mari Ángeles: son inevitables. Pero quedará siempre, seguro, mucho más fuerte, la amistad.
   Para que eso sea así, hagamos caso a las palabras de David: Sean fuertes, caminen por las sendas del Señor, que la Palabra de Dios ilumine sus pasos, nuestros pasos. Y que todos los días la sintamos cerca, presente, en nuestra oración a nuestro Padre Dios. Que así sea.

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