miércoles, 16 de diciembre de 2009

DE COLORES: Cosas que pasan en una parroquia...o en dos

Mi amigo Mariano, que además es cura, tiene recopiladas por escrito y mucho más en su inmensa memoria, un superdisco duro, una gran cantidad de anécdotas y hechos que le han ocurrido a él y a otros compañeros. Las anécdotas que se refieren a mí, las ha repetido ya muchas veces ( y las que le quedan, supongo):
-Mi charla en Lomo Magullo, cuando apenas hacía dos meses que me había ordenado de sacerdote sobre "Los curas del año 2.000". Por las "supuestas" barbaridades que dije, casi que tengo que salir escoltado de allí. Alguna vez la contaré con más detalle.
-O la misa que celebramos Manuel Merchán (ahora cura en Maspalomas) y yo en Doctoral. Yo la empecé hasta la homilía, después llegó él y la siguió para yo marcharme a hacer una boda a Vecindario cuando estábamos en el ofertorio. Fue como una misa "de relevos" . Nos cargamos la liturgia pero cumplimos con nuestros compromisos.
-O cuando celebraba la misa vestido con el traje canario y Antonio Berriel (ahora cura en Doctoral) me advirtió que podía llegar el obispo y me podía ver de aquel modo. Mi respuesta fue que al obispo no le tenía miedo. Si a caso al Vicario, que entonces era Mariano. Y Berriel, que es una especie de radio Macuto no tardó mucho en contárselo a Mariano.
-O cuando en Aldea Blanca, en un funeral me encontré con que no había parículas ninguna para dar la comunión y.... Solamente Antonio Melián, que ya entonces estaba secularizado y participaba de la misa, se dio cuenta de lo que había ocurrido.
Pero bueno, esas son algunas de mis andanzas y de las que se pueden contar. habría que ver las de Mariano y las de Paco González y otros. Lo que está claro que en las parroquias, o bien por los curas o por los feligreses, todos los días surge alguna anécdota.
Hace unos días llegó una señora a una de nuestras parroquias y dijo a Pepe, el encargado de abrir el templo:
-Déjame una escalera
-¿Para qué la quiere, señora?
-Es para subirme a darle un beso a la Virgen del Carmen.
Y un muchacho quería confesarse y, como yo estaba sentado en un banco y sintió vergüenza de confesarse cara a cara, se puso las manos delante de la cara, entrelazando los dedos como una reja y empezó a confesar.

Ayer vino una señora para solicitar ayuda de Cáritas. Tocó en la casa parroquial y bajé. Me contó sus problemas y la urgencia de que le atendiera:
-¿Usted dónde vive?, le pregunté.
-En Montaña Los Vélez.
-Entonces debe usted ir al Carrizal, que es la parroquia a la que pertenece.
-No, porque allí no me quieren ayudar...
Le insistí en que sí y que yo podría llamar al párroco o a alguna persona de Cáritas de allí. Entonces, de repente pregunta:
-Y ¿Las Rosas también es de la Parroquia del Carrizal?
-No, esa sí pertenece a esta parroquia.
-Bueno pues le voy a decir la verdad. Yo no vivo en Montaña Los Vélez sino en Las Rosas.
-Entonces, le digo, deberá justificar que está empadronada allí.
La mujer se quedó dudando y, de pronto, tomó una decisión.
-Bueno, pues vale; pues yo mañana voy y me empadrono y después le traigo el certificado.

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