Escribe Paco Mira:
¿CUÁL ES NUESTRA ETIQUETA
ESTE FIN DE SEMANA?
ESTE FIN DE SEMANA?
Les digo la verdad que
puede ser un fin de semana complicado: probablemente nos entiendan aquello que
no queremos decir y decimos aquello que otros interpretan como un alegato a lo
que cada uno pretende. No es un juego de palabras, aunque lo parezca, pero es
que además los motivos que nos ocupan, lo requieren.
El evangelio de este fin de semana
(Mateo 21, 28) nos habla del “sí pero no y del no pero sí”: “vete a trabajar
a mi viña”. En una sociedad en la que los trabajos no nos sobran; en una
sociedad en la que los trabajos escasean; en una sociedad donde seguimos
pretendiendo que los trabajos nos los lleven a casa, se sigue diciendo vete
a trabajar a mi viña.
Pero no solamente eso. El seguir diciendo que hay que trabajar
en la viña supone y exige una respuesta. Una respuesta adecuada a lo que se
pide. El viñador es exigente, pagará según lo trabajado y volverá a contratar
en la medida en que respondamos a sus exigencias, que nunca serán de una
dictadura, sino desde el amor que corresponde en cada momento y en cada lugar.
Tengo claro que no es lo mismo el
remordimiento que el arrepentimiento. Probablemente el remordimiento me hace
encerrarme en mí mismo, meterme en un cascarón cual tortuga en momento de peligro
y probablemente mi remordimiento nunca va a desaparecer y que cada que lo
recuerdo vuelvo a sentir remordimiento. Quizás pueda ser lo que puede suceder
en otros ámbitos a partir del mes que entra.
Pero el arrepentimiento no me
encierra en mí mismo, sino que me pone
delante de un tú, frente a alguien y lo que me duele es tanto el acto en sí
mismo, cuanto haber fallado a esa persona, a su confianza, a su amor. El
arrepentimiento no me condena al pasado, sino que me proyecta al futuro a no
volver a fallar a esa persona.
Este fin de semana se nos invita a
trabajar por el bien, en una viña, en un mundo probablemente ávido de
trabajadores. Muchos decimos que vamos, muchos decimos que hay que ser
solidarios, decimos que hay que ayudar a los que lo necesitan, que hay que
reformar estructuras porque las que existen ya están caducas y…. al final no
vamos, al final no hacemos absolutamente nada.
Otros, probablemente tengan el no por
delante. No quiero comprometerme con nada ni con nadie, no quiero más grupos en
la parroquia, no quiero comprometerme con ninguna ong… pero al final acabo
cediendo porque en el fondo así lo siento y…. me arrepiento y por ello paso a
la acción y hago aquello que en un principio dije que no. ¡Que bonita la
sinceridad de quien quiere trabajar y al final lo consigue!
Probablemente este fin de semana
sucederán cosas que a todos nos tienen que hacer pensar: nos podemos arrepentir
de no haber hecho muchos hechos (dialogar, reflexionar, convocar a conversar….)
y ese arrepentimiento nos tiene que llevar a mirarnos en el espejo de nosotros
mismos y llegar a la conclusión de que la sinceridad, la humildad, … tienen que
ser la bandera que enarbole nuestra existencia para siempre.
Por el contrario si vivimos con el
remordimiento de lo que tenemos que hacer y no nos da la gana de hacerlo es
como el hijo que dice que voy y no va. Se nos puede condenar a un pasado
obsoleto del que me alimento porque no quiero renovarme en el sentido más
estricto de la palabra.
Analicemos y veamos nuestras
comunidades. Veamos nuestras posibilidades y disponibilidades y respondamos a
la llamada que Jesús de Nazaret nos hace. Descubramos lo que Jesús, a través de
la vida, de los hechos diarios nos quiere ir comunicando. Si lo hacemos
probablemente haremos real lo que Pablo en la carta a la comunidad de Filipos
le dice: “hagan las cosas como si el propio Jesús las hiciera”.
A partir de ahora no traicionemos nuestra conciencia y
respondamos a la orden vayan a trabajar a mi viña.
Hasta la próxima.
Paco Mira
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