Escribe Juan Santana
(Arinaga)
”A BUENAS HORAS”
Hoy
me vino a la memoria lo que en una época no quisimos escuchar y pienso que
estábamos equivocados, aunque solo hable en mi nombre, ya que los demás no sé
lo que pensarán.
Resulta
que en los años 70, cuando aún teníamos solo un canal de televisión, que era la
que veíamos todos los canarios a través del canal situado en la isla de
Tenerife, concretamente en Izaña, aunque tenía un repetidor que estaba en las
cumbres de Gran Canaria, nos gustaba ver
la película que proyectaban en el programa llamado “primera sesión”, que venía
a ser, más o menos como el actual “Cine de barrio”, los Sábados por la tarde,
aunque con la diferencia de que no eran solo películas españolas, pudiendo tocar
por ejemplo una de “Tarzán”, que al ser de más duración que el resto, se le
empezó a llamar “Largometrajes”.
Lo
que iba antes de la película era algo sobre refranes populares, presentado por
un señor al que le teníamos manía, pues con los deseos de ver la película, sus
refranes nos resultaban pesados.
Creo que sus apellidos
eran “Calvo Sotelo”, pero de eso no estoy seguro.
Lo que él hacía era decir los refranes por temas, como por ejemplo el tema de la espera, donde decía “El que espera, desespera” y otros relacionados.
Hoy, en la distancia,
valoro aquello que me perdí, pudiendo reflejar yo mismo otro refrán que dice:
“Los árboles no me dejaron ver el bosque”.
Pero es que sirven para
salirte por la tangente, cuando no sabes que decir, ya que le sueltas cualquier
refrán popular y dejas a tu interlocutor fuera de juego y sin saber que
responder, dándote un momento de reflexión para saber como continuar.
No es
nada nuevo el que los refranes vienen del pueblo, siendo todos aplicables a la
vida cotidiana, porque todos hemos mencionado alguna vez eso de: “Al que
madruga, Dios le ayuda”, si te encuentras una cartera, pero siempre está el
pesimista que te dice: “Pues más madrugó el que la perdió”.
En realidad los dos llevan
razón, aunque uno lo dice de alegría y el otro de “aguafiestas”.
Espero no cansarles con
estas cosas, pero me doy por satisfecho si a los cinco minutos de leer esto ya
se han olvidado de él, pero despertando en sus memorias los refranes que
siempre hayan escuchado.
Juan Santana Méndez
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