Escribe Paco Mira
¡YO
TAMBIÉN QUIERO SER ACÓLITO Y LECTOR COMO RAYCO Y SUS MUCHACHOS !
Este
fin de semana, la Parroquia de San Rafael de Vecindario, no sé si vestirá de
gala, aunque debiera, pero quizás sí de fiesta, entre otras cosas porque va a
vivir un acontecimiento que aún siendo normal, a veces, no le damos la
importancia que debiera tener. Un grupo de cinco jóvenes, van a recibir de
manos de nuestro Obispo, nuestro pastor en la fe, unos ministerios laicales. Es
decir ministerios que los puede recibir cualquiera. Cualquiera que sienta y
crea lo que significan.
Pueden parecer ministerios sin importancia, pero siempre he
dicho que la iglesia es una gran pedagoga: con su lenguaje silencioso (a
veces), con su lenguaje gesticular, con su lenguaje simbólico... habla a los cuatro
vientos y encima lo que puede parecer que no tiene importancia, la tiene y
mucho. Pero tiene importancia, porque lo que hace no se desliga del lenguaje
cotidiano, de lo que normalmente hacemos en casa, en el trabajo, con los
amigos, etc... Cuando en casa ponemos la mesa porque tenemos visita o para
nosotros mismos, procuramos cuidar los detalles, puesto que en los detalles va
mucho de nuestra personalidad, de nuestra manera de ser, de nuestra forma de
actuar. Cuando leemos una noticia en el
periódico que nos ha llamado la atención y que nos parece superinteresante procuramos comentarla con el que tenemos al
lado al objeto de realzar aquello que hemos visto u oído.
El acólito parece que lo hemos reducido, no sin un cierto
tono sin importancia, al mero monaguillo. Esa figura que acompaña al cura, pero
que a veces pensamos que lo único que hace es bulto. Sin embargo preparar la
mesa con esmero, con mimo, con cuidado, con cariño... es símbolo que denota que
el personaje con el que vamos a compartir "mantel", tiene una
significación importante para nosotros. No vale poner la mesa de cualquier
forma; no vale hacer las cosas de cualquier manera; no vale colocar un vaso que
no tenga que ver con el líquido que nos vamos a tomar.. Si el invitado se llama
Jesús de Nazaret, pues la cosa cambia. Pedro, José Félix, Pedro Luis, Rayco,
Jonathan José: cuiden la mesa para un amigo especial. Eso les servirá para el
día de mañana.
Una de las cosas que mejor se evalúan en los colegios e
institutos es si el alumno es capaz de razonar lo que lee; eso que llamamos
comprensión lectora. De nada sirve leer mucho si no entiendo lo que leo. El
lector es el que lee la Palabra de Dios. El lector es el que comprende lo que Dios me dice cuando me
habla. El lector es el que es capaz de aplicar esa comprensión a la vida real.
El lector es el que es capaz de ver al Jesús de Nazaret, al Jesús que ha leído
en su quehacer diário. Los israelitas tenían una comprensión lectora
maravillosa: toda su historia han sabido interpretarla a la luz de su
comprensión de Dios. Pedro, José Félix, Pedro Luis, Rayco, Jonathan José, sean
capaces de leer a Dios en la vida. Sean capaces de tener comprensión lectora en
los acontecimientos cotidianos. Eso será síntoma que han comprendido el mensaje
y pueden transmitirlo.
Quiero hacer una mención a lo que hemos celebrado esta
semana: el seminario no es sólo una fábrica de hacer curas. Como decía Rayco,
es una familia que vive y convive. San José fue un personaje bíblico del que no
sabemos nada o casi nada. Pero nunca dudó de Dios en los momentos de
incertidumbre y de no entender lo que había pasado. Muchachos, nunca miren
hacia atrás y si lo hacen que sea para coger impulso. Sirvan la mesa, lean a
Dios en sus vidas y transmitan lo que sienten y han aprendido.
Este fin de semana, el evangelio de Juan (Jn 12), les va
(nos va) a poner contra las cuerdas: "enséñanos
a Jesús", que lo podamos ver en sus gestos diarios, en su mesa, en su
lectura...porque si el "grano de
trigo no muere, no da fruto". Este fin de semana empieza la primavera. Sean
primavera para el mundo que les rodea. ¿Saben?. Yo también quiero ser acólito y
lector.
Hasta la próxima.
Paco Mira
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