DIARIO DE SORAYA
Lunes 28 octubre 2013: Fariseos y publicanos.
Hola, estoy
contenta porque algunas personas parece que siguen mi Diario y eso me anima a
seguir escribiendo. Aunque la verdad, casi siempre expreso más mis sentimientos
y siento necesidad de escribir cuando estoy
viviendo un mal momento. No debiera ser así, pero así es. Cuando todo me va
bien, apenas escribo.
Por ejemplo
esta última semana, aunque he estado metida en muchas tareas, me he sentido tan
bien, tan realizada con mi trabajo y mi familia que apenas he escrito unas
pocas líneas en mi Diario personal. Pero no siempre es así, ya quisiera yo.
Ayer estuve
en misa, ya lo he dicho que no suelo faltar ningún domingo, y me gustó el evangelio.
Realmente siempre me gusta, faltaría más. Pero a veces le toca a uno más de
lleno. Me parece insoportable la gente que, como aquel fariseo, se creía el
mejor del mundo, el más chachi, el más bueno. Que tenía palabras críticas para
los demás, menos para él, claro. Y me fastidia cuando eso lo veo en la misma
gente de mi grupo. No se puede ser muy exigente con los demás y muy poquito con
uno mismo.
Te cuento lo
que me pasó hace algún tiempo. En mi grupo de amigos, Tomás se molesta muy
fácilmente. Es muy susceptible y se deprime con cualquier cosa que le digan.
Pero lo malo no es que se deprima. Lo peor es que le cuesta reconocer que
también debe tener algún fallo y entonces culpa de todo al otro. No me gustaría
ser así, aunque supongo que todos tenemos esa tentación. Me gustaría parecerme
al publicano y reconocer mis fallos y pedir perdón. Igual que Tomás tengo otra amiga con la que
me resulta muy difícil la relación. Suele ser muy crítica con las demás pero no
se da cuenta que ella misma repite las mismas actitudes de los otros.
Ante estas
cosas, procuro aguantar… No me es fácil. Pero sé que si hablo claro, y tengo
experiencias concretas, el problema no sólo no se soluciona sino que se
complica. La única vía es la humildad.
Yo he comentado alguna vez con un cura amigo que los cristianos tenemos
que hacer muchos más ejercicios de humildad empezando por mí. Callar más, escuchar
más, aceptar más, reconocer más nuestras limitaciones. Sólo Dios es grande. Y
cumplir lo que siempre decimos y tan poco hacemos. Que el otro es mi hermano,
que en el otro está Jesús.
Les deseo una
buena semana. Y gracias por permitirme compartir mis sentimientos y experiencias.
Ya me gustaría saber la opinión de ustedes, que también me ayudará.
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