DIARIO DE UN CURA:
La fiesta, la muerte y la alegría
A veces dejo de escribir en el diario porque el tiempo no me da para más. Otras veces porque se deja uno llevar de la comodidad. Y otras porque duda si lo que va a contar es bueno, es conveniente, es necesario… Bueno, pues no sé cuáles de todos estos motivos han sido los causantes de que el Diario haya estado tantos días en blanco.
Esta mañana estuve en la fiesta de Tamaraceite y me acompañó Verónica. Disfruté y mucho. Por la fiesta un poco y por toda la gente a la que pude ver y saludar, mucho más. Cristóbal el cura me invitó a presidir la eucaristía y lo hice aunque hubiera preferido simplemente concelebrar. Allí estaba el coro, bastante gente de los bloques y de los otros lugares de la parroquia. Aprovechando que llovía al salir la procesión me fui a ver la radio. ¿Cómo iba a marcharme sin pasar por radio Tamaraceite? Allí estaba trabajando en ese momento Raúl Arencibia, el de Tenderete. Un ratillo más en la plaza, más saludos, buen momento y de nuevo para mi parroquia ya que esta tarde tenía misa en Temisas.
Cosa curiosa que durante la fiesta- parece contradictorio- en diferentes momentos, me acordara del libro de Pepe Alonso que en estos días estoy leyendo: “Desde el borde de tu existencia”. Pepe y sus amigos cuentan la experiencia vivida por la enfermedad de Pepe, que estuvo tan al borde de la muerte. Y dice cosas que a mí me gustan, me hacen pensar y mirar con optimismo el futuro: “Una vida vivida con intensidad y coherencia acepta el momento del fin y está preparado para ello” porque, dice Carlos Cabrera, “aprender a morir es aprender a vivir”.
No me parece mal que, hasta en días de fiesta como hoy, a uno le vengan a la mente pensamientos sobre la propia muerte y el dolor. No es que sea algo agradable, pero está bien ser consciente de esta realidad que alguna vez tocará a la puerta. Me preguntaba hoy una chica: ¿Te cae mal esa persona a la que saludaste? Le dije claramente que no y le dije más. Creo que mal, mal no me cae nadie. La peor muerte no es la física sino cuando muere el amor o la amistad o la ilusión o la alegría. Cuando guardas odio o te dejas llevar sólo de antipatías o simpatías. Es a la única muerte que le temo.
Por la tarde me fui a la eucaristía en Temisas con Carmen y Adela. Los pensamientos sobre estas realidades continuó en medio de las continuas bromas y risas. Como debe ser, creo yo. Carmen me trajo una sabrosa tarta de turrón (mi golosina preferida) para celebrar el aniversario de mi ordenación sacerdotal. Recordamos a amigos comunes de Vecindario, Carrizal y Cruce de Arinaga. Y así se fue el día. Un día en el que me ha sido fácil compaginar pensamientos de fiesta, de dolor, de muerte sin perder la alegría sino todo lo contrario.
Aquí van algunas fotos de la fiesta de Tamaraceite esta mañana. Un reencuentro amistoso con mis antiguos parroquianos.
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