domingo, 5 de septiembre de 2010

LA HOMILÍA DEL DOMINGO: MORTADELO...Y FILEMÓN

La Homilía del Domingo
MORTADELOY FILEMÓN

En mi infancia y juventud fui un devorador de “tebeos”: Carpanta, Las Hermanas Gilda, Pepe Gotera y Otilio y, por supuesto Mortadelo y Filemón, alegraron muchos momentos de mi vida.
Y , mira por dónde, este domingo me toca hablar de Filemón, otro Filemón, por supuesto, pero que a mí me produce una leve sonrisa al verlo huérfano de su inseparable Mortadelo.
Pero me resulta también simpática la historia de este Filemón, el de la carta de san Pablo que hoy leemos.

La historia es la siguiente. Un señor llamado Filemón tenía un esclavo que un día se fugó de su casa. Aprovechando la fuga y encontrar la libertad, se llevó, además, una cierta cantidad de dinero. Fue detenido y llevado a prisión. Y allí en la mazmorra, coincidió con San Pablo que también estaba detenido pero por otras razones. El apóstol no desperdició la ocasión. Entabló relación con el esclavo, que se llamaba Onésimo y este descubrió la Fe cristiana y se bautizó. Cuando salió de la cárcel, Pablo, buen catequista “ a tiempo y a destiempo”, le dio unos consejos a Onésimo y otros consejos a Filemón a través de una carta que es la que se lee en las misas de hoy.
Por esta carta se deduce que el tal Filemón , el amo, también había sido catequizado y bautizado por S. Pablo
Se deduce por el contexto que el tal Filemón, el amo, era cristiano y precisamente catequizado y bautizado también por Pablo. Extraña un poco que, tratándose de un seguidor de Jesucristo, tuviera un esclavo. Hay que recordar que en aquel tiempo esto era una práctica habitual, aceptada sin remilgos. Ocurre como ahora. Algunos cristianos entre nosotros se permiten tener dos domicilios, más de un coche y alguno de alta gama o un deportivo, ir de vacaciones en un un yate de lujo, etc. Ocurren estas cosas, mientras en tantos sitios del planeta mucha gente se muere de hambre, tantas familias carecen de un techo capaz de aguantar un aguacero, los niños no pueden ir a la escuela, ni siquiera beber agua con la seguridad de que no tendrá bacterias dañinas, ni parásitos.
Para eso deben servir las catequesis y las homilías. Para ir dándonos cuenta de que no basta recibir un sacramento no saber la teoría. Que ser cristiano supone tomar decisiones costosas en nuestra vida. Y eso es lo que intenta San Pablo. Pablo en esta nota, le dice a Filemón que reciba a Onénimo como hermano, no como esclavo. Que lo que le robó antes de escaparse, no se lo reclame, y que si pretende recóbralo, lo pase a su cuenta personal, en la de él, que recuerde que le debe estar agradecido por sus desvelos que le llevaron a la Fe. Acaba identificándose con el esclavo, ya libre de la cárcel, de tal manera, que le indica que lo reciba como lo haría a él.
No me digan que no es bonita esta carta tan poco conocida de San Pablo. A mí me enseña, por ejemplo, que hay que aprovechar todos los momentos para manifestar y transmitir la fe en Jesús. O que no basta ser cristiano en la teoría sino que hay que demostrarlo con obras. O que hay que acercarse a todas las personas y proponerle el camino del evangelio. Pablo lo logró con Filemón el rico , con Onésimo el esclavo y con tantos otros. Y me hace pensar que ser cristiano es ser transparente, claro, como Filemón. Sin disfraces. Los disfraces los dejamos para los tebeos de Mortadelo. Los cristianos, no.

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