DIARIO
ENTRE ALEGRÍA Y CANCIONES
Domingo 8 de agosto de 2016
Con Raquel y Sara en Tías |
Estoy
contento. Contentísimo. La experiencia de los días vividos en Lanzarote con la
presentación del libro, el encuentro con mucha gente amiga y la convivencia con mis “sobrinas” Raquel y Sara me tienen eufórico. Aunque es un verano sin vacaciones “oficiales”
me estoy tomando los días con bastante calma y optimismo, que no siempre es
fácil, pero ayuda a descansar .
La misa de la mañana en Cruce de
Arinaga, a pesar de que en el verano faltan los niños (hay cuatro o cinco que
sí son constantes y se han mantenido fieles), estuvo animadilla. Y como el
mensaje de hoy era valorar el tesoro de la fe y no desanimarnos aunque
encontremos dificultades, también intento vivirlo así. Con Paco y Paki me fui
al Burrero y constantemente salió en la conversación el tema de los jóvenes.
Precisamente, en el cuaderno donde estoy anotando ideas para el curso próximo,
lo primero que he apuntado tiene que ver con ellos, con la Asociación que
estamos creando y alguna propuesta que ojalá salga adelante.
En estos días, aprovechando este
tiempo más relajado, he escuchado y
cantado muchas canciones. No todas
religiosas. Por momentos redescubro mi lado más sentimental porque la melodía y
las letras me transportan a momentos vividos que han sido significativos. En
temas religiosos va en el número 1 “Alma misionera” que además la cantamos en
la misa de este fin de semana. Es un mensaje que comparto y me da muchos
ánimos. Y en música pop, aunque la letra no me guste especialmente,
la que más he escuchado es “El perdón” de Nicky Jam. Y mientras escucho música, espero la visita prometida de dos jóvenes,
Tati y Vero. Sé que, aunque la puntualidad no es su mejor virtud, ellas
vendrán. He hecho un paréntesis para
buscar la oración que mañana enviaré a mis doscientos “abonados”. Y aunque mi
estado de ánimo no tiene nada que ver con el enfado, de eso va la plegaria de
mañana y que ahora mismo también hago
mía:
DESDE EL ENFADO
Señor, dame ingenio
para afrontar los
problemas,
cordura para
responder
en las horas de
conflicto,
libertad
para defender mis
razones
y madurez para
entender
los motivos ajenos.
Dame sentido del
amor
para discutir con
calma;
y sentido del humor
para mirarme al
espejo
cuando la cara habla
de
enfados y mosqueos.
Dame, en fin, la paz
y la mansedumbre
de los
bienaventurados,
que, sin perder la
coherencia,
se niegan a perder
la sonrisa.
(José María R.
Olaizola)
Eso espero. Y que me
siga ayudando Dios, la música y la buena gente amiga.
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