Las historias de Juan
Santana (Playa Arinaga)
LA MANÍA DE CAMBIAR
Lo primero que me gustaría
decir es que no estoy refiriéndome a ningún lema político, sobre todo por la
similitud del término, porque nada más lejos de la realidad. Me estoy
dirigiendo a esas personas, que tardan más en llegar a un sitio que en
cambiarles el nombre, echando por tierra la voluntad de los que allí han vivido
desde siempre.
Por supuesto que no me
refiero a traducir a otro idioma el nombre del lugar, ya que entonces
estaríamos hablando: “The Arinaga’s beach”.
El cambio más palpable es el de “Punta de la Monja ”, a la cual
“rebautizaron” como “Risco Verde”, gracias a que algún inteligente subió a lo
alto y se fijó en la Charca
repleta de algas marinas de ese color, dando al traste con el nombre que le dan
los marineros y habitantes de la playa, pero es que no se fijaron en las cartas
náuticas, en las que se puede leer “Punta de la Monja ”.
A ver si se enteran de una
vez que el venir cuatro días de vacaciones no les da derecho a cometer esas
tropelías.
Por si piensan “descubrir la pólvora”,
sepan que a la parte sur de Arinaga le llaman “La Ciudadela ”, la cual
comienza en la calle del antiguo “Bar. Restaurante Star”, que si son inteligentes
sabrán del lugar donde estaba ubicado y que en esa misma calle había un pilar
para que los vecinos llenaran sus garrafas con agua de abasto.
El final de La Ciudadela lo marca el
Canal, que reúne las aguas de lluvia del Polígono Industrial de Arinaga y van
al mar a través de su cauce.
Las cuevas de los
marineros estaban situadas desde la trasera de Protección Civil hasta el
llamado “Molino”, desde donde bombeaban el agua salada para ir a parar a “Los
Cocederos”.
Si te dicen que estuvo pescando en “La Herradura ”, no estuvo
cerca de ningún caballo, porque esa es una pequeña “cala”, situada a mitad de
camino entre el Faro y la Playa
del Cabrón, debiendo su nombre a la forma curva que se ve desde lo alto.
Por todo ello y sin ánimo
de faltar al respeto a nadie, pues esa no es ni mi intención ni mi forma de
expresarme al escribir, debemos cuidarnos de poner nombres alternativos a los
lugares que ya los tienen, porque considero que es la mejor manera de provocar
a sus moradores.
Juan Santana Méndez
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