Escribe Paco Mira
A LOS GRANDES ABUELOS, ¿LOS
TRATAMOS COMO SE MERECEN?
Se lo decía la semana
pasada: hoy quiero hablar de los abuelos, de los abuelitos, de esa querida
generación y a veces mal interpretada. La televisión, la española de entonces,
tuvo una temporada en la que reivindicaba el papel de los abuelos. ¡que bonito!.
Grandes son las historias de abuelos que han aparecido en la pequeña pantalla:
desde la gran familia, donde el abuelo (José Luis López Vázquez) era todo el
protagonista; Manolo, aquel abuelo de médico de familia, pasamos por Heidi, donde su abuelo quería que
su nieta aprendiera y no perdiera los grandes valores que la naturaleza ofrece.
¡cuánto aprendimos, sin querer, por medio de unos dibujos, a amar y valorar la
naturaleza!. Por cierto, ¿saben el nombre del abuelo?. Quizás " abuelito" que era como lo llamaba
la nieta. A lo mejor el nombre no importaba tanto para ella y menos para
nosotros.
Hoy, esa bucólica imagen se me antoja
desfasada. Hoy esa imagen de abuelo tierno, juguetón con los nietos, etc... ha
pasado a la historia. Alguien me decía y no hace mucho que los nietos a quien
más quieren es a los abuelos, pero son a los que peor tratan. Los abuelos dejan
hacer a los nietos aquello que los padres dicen que no: les ponen la comida
preferida, les dejan ver la tele todo el tiempo del mundo, son cómplices de
ciertas salidas de adolescencia sin que los padres se enteren... pero ¡abuelo/a
cállate ya que no sabes lo que dices!. Chacho, tío, ¡qué sabrás de mi vida!...
y el abuelo/a paciente se calla, sabiendo que lo que dice es verdad.
Pero, a veces, los nietos no son los
únicos en reprochar a los abuelos su historia. Los propios hijos no ayudan a
que la educación que imparten los abuelos sea la mejor: ¡no le estés diciendo
eso al niño/a!. ¡papá, mamá, te he dicho mil veces que toques a la puerta
cuando vengas a casa y no abras con la llave!. ¡quien eres para abrir la nevera
y fisgonear...! ¡Que curioso!: cuando los hijos van a casa de los padres, estos
nunca dicen lo que pueden hacer o no los hijos. Lo hacen y punto, porque
entienden que están en su casa.
Desde aquí quiero reivindicar a los
grandes abuelos. Los abuelos no son el cosido de un roto en un momento
determinado. Los abuelos tiene derecho al disfrute de la vida con la familia,
no que la familia disfrute al margen de los abuelos. Los abuelos tienen derecho
a disfrutar de la vida sin nietos y sin hijos, pero también con nietos y con
hijos. La vida les ha dado lo suficiente como para que ellos tomen sus propias
decisiones y que nadie las tome por ellos.
Los abuelos tienen el derecho a decir
que no, como a decir que sí. Tienen el derecho a poder disponer de su vida y
que nadie disponga de la de ellos, entre otras cosas porque aunque muchos no
estuvieran en la universidad, la vida les ha examinado de tal manera que muchos
cantarán con Chenoa, "cuando tú vas,
yo vengo", y la nota que han alcanzado supera con creces las de corte
de cualquier universidad.
Reivindico el derecho de los abuelos a
ser mimados, a ser queridos, a ser respetados, a compartir espacios con los
hijos y no siempre al revés; reivindico el derecho de los abuelos a tomar sus
propias decisiones, y que nunca tengan que decirles, ¡ no, papá/mamá, ahora no
puedo!.
Por eso les decía lo bucólico de las
series de tv. Esas series en la que los nietos iban de la mano. Los nietos, en
muchos de los casos, han aprendido más de los abuelos que de los padres, porque
estos dicen que no están en la onda.. ¡cuántos abuelos han enseñado que Jesús,
también tuvo dos: Joaqúín y Ana!, ¡cuántos abuelos han enseñado a persignarse a
los nietos!: también lo hicieron con los hijos, pero a estos se les olvidó
pronto.
En el evangelio de este fin de semana
(Mt 20,20) la gente embarca en busca de Jesús, nuestros abuelos también,
¿nosotros?
Hasta la próxima
Paco Mira
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